XXV

3.8K 438 22
                                    

—Una semana después—

—Es casi imposible poder dar con la señorita Jennifer. La selva en gran parte está inexplorada, los nativos son muy bélicos y violentos. Estamos rodeados de animales salvajes, y el clima no ayuda. Hace una semana llegamos aquí, y no ha dejado de llover, haciendo imposible poder adentrarnos en la selva.

"—Me importa una mierda sus excusas ¡Quiero a mi hija de regreso!"

—Señor Winfrey, estamos haciendo lo posible para poder-

"—No, Marcos, no quiero que hagan lo posible, ¡Quiero que hagan hasta lo imposible por hallarla! —exclamó con rabia, interrumpiéndolo—. Si mañana no me dan un avance, comenzaré a cobrarme cada día perdido."

—Señor, tal vez podríamos traer a otra de las bestias. Una que pudiera ayudarnos a rastrear a su hija, de ese modo podríamos actuar de forma más rápida y eficiente.

"—No pagaré por los servicios de esas bestias, ustedes-"

—Con todo respecto, señor —lo interrumpió—. Pero con cada día que pasa, disminuyen las posibilidades de hallar con vida a la señorita Jennifer. Entienda que esto no es un capricho nuestro, es sólo una opción para poder encontrarla más rápidamente. Sin contar con el hecho de que ellos conocen sobre selvas.

"—De acuerdo, contrataré a una de esas bestias especiales —pronunció con rabia, luego de mantenerse en silencio por varios segundos y cortar la llamada."

***

—Mm...

—Bueno, tú crees en tu diosa, y nosotros en nuestro Dios —explicó Jennifer, mientras ambos almorzaban.

—Pero tu Dios no habla de crear criaturas como nosotros.

—Y tu diosa como nosotros.

—Entonces es sencillo, Jen, tu Dios no existe.

—¿Y por qué tu Diosa si? —rio ante la ilógica deducción del pelirrojo—. Según tu historia, ustedes fueron creados en base a la imagen de su diosa, y por eso tienen ese aspecto. Y nosotros lo mismo, fuimos creados a imagen y semejanza de nuestro Dios.

—Es diferente, porque su Dios los limitó a ustedes, y los castigó. Kanat'ma nos hizo iguales, y jamás nos hubiese castigado, al contrario, nos ama. Nos dió característica y capacidades únicas, que nos permite vivir en casi cualquier lugar y adaptarnos a ellos. Podemos ver en la oscuridad, oír sonidos muy bajo, levantar nuestro peso y más, y soportamos cambios bruscos de temperatura. ¿Ustedes los humanos pueden hacer eso?

—No, y esa no es justificación para creer que mi Dios no exista.

—Para mi no existe —pronunció con simpleza.

—En fin, creo que no vamos a llegar a ningún lugar —sonrió resignada—. Cuéntame un poco como es Kanat'ma ¿Está dividida por Estados? ¿Provincias?

—No, Kanat'ma tiene tribus —le explicó dibujando con un palito en la tierra—. Tenemos la tribu de hembras, la tribu de machos, la tribu del norte, del este y las tierras de Eritma. En el centro de la isla, está el gran árbol de Kanat'ma, y hacia su izquierda, desbordando en el mar, está el río de Kumi'et. Sobre ese río, se ubican las tribus de solteros, de pareja y de familia durante el kok'ta Kanat'ma.

—Wou, ¿Y tú dónde vivías?

—Yo soy de la tribu del Este.

—¿Hay alguna diferencia entre los kanatitas de cada tribu? —le preguntó curiosa, tomando un plátano.

—Sí, los de mi tierra, somos de piel blanca, ojos en tonalidades azules o verdes, y el cabello rubio, pelirrojo o castaño claro. Es extraño que hayan machos de piel morena, pero puede haber, ya que limitando nuestras tierras, está la tribu del Norte. Allí son todos de piel morena.

—Eso quiere decir que hay diferentes grupos étnicos —pronunció pensativa.

—Somos como ustedes, Jen, no nos parecemos, pero somos todos de la misma especie. Hay diferentes colores, tamaños, y de aspectos muy variados.

—Pero ninguno tan lindo como tú —sonrió con ternura, inclinándose hacia él para darle un beso.

—Soy el único que conoces —rio contra sus labios, volviéndola a besar.

Era lindo poder aprender uno del otro, y aprovechar el máximo todo el tiempo que pudieran pasar juntos... Porque ambos ignoraban cuánto les quedaba.

...

LaxelWhere stories live. Discover now