XXIX

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Estaban sentados los dos frente a una fogata, y Jennifer durmiendo acurrucada al lado de Laxel, usando los muslos de él como almohada. El pelirrojo le estaba acariciando suavemente el cabello y la espalda, como siempre hacía todas las noches.

Cómo Lashel les había dicho, les llevaría un día llegar hasta el equipo de rescate que los estaba esperando en una de las playas de la isla.

—Oye ¿Qué harás tú cuándo ella se vaya?

—No te importa —le dijo indiferente, quitándose su camiseta para poder cubrir parte del cuerpo se Jennifer.

—Laxel ¿Verdad? —pronunció mientras comía una fruta—. No soy amigo de los humanos, sólo trabajo con ellos. Lo que tú me cuentes, no saldrá de aquí.

—Como si fuera a creerte.

—Mira, si quisiera perjudicarte, ya te hubiese reducido, y me hubiese llevado a la mocosa.

—Trabajas para el padre de ella, ninguno de sus trabajadores son de confiar.

—No soy un trabajador, ya te lo dije. Y si tanto desconfías de Winfrey ¿Qué haces con su hija? —rio—. Ella también podría estar utilizándote.

—Ella no es así.

—Hm, claro —sonrió—. Entonces ¿Qué vas a hacer cuando ella se vaya?

—Me quedaré aquí ¿Qué más podría hacer?

—Patético, la isla esta no tiene nada, sólo humanos más primitivos de lo normal —pronunció en un tono aburrido, arrojando los restos de su fruta—. ¿Y tú de que parte de Kanat'ma eres?

—Del Este.

—Del Este, mira, somos casi del mismo lugar. Bueno, ustedes vienen del mismo lugar —sonrió divertido.

—¿A qué te refieres?

—Yo soy de la Isla Helada.

—¿Isla Helada? —preguntó confundido.

—¿Me dirás qué no sabes cuál es la Isla Helada?

Laxel negó con la cabeza, desconfiando aún más del discurso de Lashel.

—¿Hace cuánto te fuiste de Kanat'ma?

—No lo sé, fui secuestrado hace un tiempo.

—Hace un tiempo bastante largo me parece —rio—. Mínimo, hace diez años que Kanat'ma tiene noción de que existen dos islas más además de las suyas, la Isla Helada y la Isla "Salvaje".

El pelirrojo lo miró aturdido, sin poder creerlo. ¿Diez años? ¿Diez años habían pasado desde que se había ido?... Diez años quizás tendría ya su hijo.

—Si, imagino que debe ser algo shockeante de procesar.

—Yo tengo un hijo.

—Sí, escuché a la mocosa decirlo.

—Él era un bebé cuando yo fui secuestrado. Mi hijo ahora debe tener diez años entonces.

—Mm sí, probablemente —pronunció indiferente, tomando otra fruta—. Y ahora tendrás otro hijo, si es que no lo matan, que tampoco conocerás. Que paternidad más patética —sonrió.

Laxel gruñó y luego desvió la mirada hacia Jennifer... Entendía a la jovencita, los motivos del porqué no hacerlo, pero ese bebé no podía nacer.

***


—Te amo —sollozó abrazándolo—. Me harás mucha falta, Laxel.

—Yo también te amo —pronunció afligido, besándola.

Desde una esquina, parado contra un árbol, Lashel observó la despedida de ambos, ya con fastidio. Llevaban como quince minutos diciéndose que se amaban, que se iban a extrañar, y bla bla bla.

—Bueno, bueno, ¿Vamos acelerando el asunto? Ya debo entregar a la mocosa.

—Todo estará bien, Jen, ve.

—No me olvides —le pidió alejándose de él, llorando.

—No lo haré.

La vio llevarse una mano al vientre, antes de llegar hasta Lashel y que lo mirara por última vez, sintiendo que la perdía para siempre... Sabía que los planes de Jennifer sólo eran anhelos de una jovencita que no conocía nada de la vida.

Pero él no podía irse con ella. Una vida como esclavo, encerrado y luchando hasta morir, no era vida, no era una muestra de amor tampoco.

Lo único que esperaba en ese momento, es que ella razonara e interrumpiera el embarazo, nada más.

—Sécate las lágrimas y los mocos, necesito sacarte una foto —le dijo Lashel caminando ambos hacia los rescatistas.

—¿P-Para qué?

—Para que tu padre vea que estás viva, y que cumplí con mi parte del trato.

—¿Cuánto dinero te dió mi papá por esto?

—¿Por qué lo preguntas? —le inquirió divertido, antes de apuntarla con la cámara del celular y tomar una foto, para enviársela a Winfrey.

"Su adorada hijita está viva y sana, envíeme el resto del dinero en los próximos cinco minutos, u olvídese de ella 😊" le envió junto a la foto.

—Estoy dispuesta a pagarte lo mismo, si sacas a Laxel de aquí y lo llevas a su isla.

El moreno guardó su celular y la miró divertido, antes de reír.

—Imagino que dinero tienes, porque eres hija de ese bastardo, pero ¿En serio pagarías por mis servicios?

—Sí.

—Te comento, mocosa, el costo de que lo tú me estas pidiendo hacer, es muy, muy elevado. Tu padre pagó una gran suma de dinero para encontrarte a ti, pero lo que tú me estás pidiendo, es que yo no sólo saque a tu novio de la isla, sino que también lo lleve a la otra, que está muy lejos de aquí.

—Lo pagaré, no importa cuánto sea.

—No entiendes —rio—. Yo sé que tú lo harías, el problema aquí, es que de seguro no tienes el dinero para hacerlo.

...

LaxelWhere stories live. Discover now