14. Cameron

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Miles sostenía un cartel que decía "Señora Pecas y Señorito Inglés", ambos no aguantaron las risas mientras se dirigían hacia a su gran amigo.

Alex fué el primero en abrazarlo con fuerza. No sé habían visto hace bastante tiempo, y se habían extrañado demasiado.

– ¿Cómo estás? Oh cielos creo que te extrañe una eternidad maldito imbécil. – exclamó Miles abrazando a su amigo.

– ¡Y yo, dulce de leche! – exclamó Alex entre risas. – Ha pasado tiempo, lo sé... Pero aquí estoy, aquí me tienes. – exageró.

– ¡Pecas! – Miles ahora abrazo a Ruby, quién salto hacia él con emoción.

– ¡Miles!

Se abrazaron, mientras Miles giraba a la pelirroja en el aire y luego la bajo.

– Que alegría que estén por fin aquí, fue la semana más larga y ansiosa de todas.

Miles ayudo a Ruby con su maleta, y comenzaron a caminar hacia la salida del aeropuerto.

Subieron al auto de Miles que estaba aparcado en el estacionamiento, y mientras charlaban del viaje y de aquella última semana atareada emprendieron viaje a la casa de Miles.

Alex miraba por la ventana, feliz de estar de vuelta en su país. y se dió cuenta de lo mucho que lo extrañaba, sus costumbres, su cultura, su gente, su arquitectura... No sólo porque Londres era una ciudad realmente hermosa, sino porque allí estaban sus raíces. Bueno, en Londres y principalmente en Sheffield cuya fachada no era muy distinta a la gran ciudad.

Hasta por un momento, se le cruzó por la cabeza mudarse nuevamente a Londres. Allí podría estar más cerca de su familia, y de su mejor amigo.

Al llegar a la casa de Miles, éste los guío a su habitación de siempre y les dió su espacio para que acomoden sus cosas. El reloj marcaban las seis de la tarde cuando la pareja se reunió con su amigo en la amplia sala de estar, dónde Miles se encontraba jugando videojuegos.

– Se tardaron una eternidad allí arriba, ¿Que estaban haciendo, malditos cerdos?

– Cállate imbécil. – Alex le tiró un cojín del gran sofá, y estallaron en risas.

– Bueno, espero que hayan descansado en el vuelo ¡Porque ésta noche tenemos una fieeeestaaa! – exclamó parándose y moviendo sus caderas en un baile extraño.

– Debes estar bromeando. – acotó Ruby mientras se desplomaba en el sofá, exhausta.

– ¡Por supuesto que no! Vamos, vamos arriba. Debemos ir de compras.

– ¿Una fiesta en dónde? Miles acabamos de llegar. – se quejó Alex arrastrando las palabras.

– En casa de Cameron por supuesto. Desistí de las fiestas en casa porque luego Susan debe limpiar demasiado y me regaña por ello. – comentó haciendo referencia a la muchacha que lo ayudaba con la limpieza tres veces por semana, ya que su casa era bastante grande.

– Bien... Supongo que no tenemos opcion. – Alex miró a Ruby alzando ambas cejas.

.

Llegaron a la casa de Cameron, dónde la fiesta ya parecía haber comenzado y Ruby miró a Alex. Éste vestía una chaqueta de jean y traía unas gafas aunque estaba de noche.

Rió recordando la primera vez que lo había visto en aquel bar, y se burló de sus gafas. Y no evitó reír.

– ¿De que te ríes? – preguntó Alex desviando su mirada del camino.

– De nada... Solo recordaba la vez en que te conocí. – confesó Ruby mientras cruzaban las puertas de entrada.

Alex iba a acotar algo al respecto, pero en el momento en que entraron varios amigos lo reconocieron enseguida y se acercaron a saludar.

Alex era un imán para las personas. Era inevitable no mirarlo cuando ingresaba a cualquier lugar, su aspecto, su presencia llamaba la atención de cualquiera. Ruby saludó a varios amigos en común, y luego de saludar a Cameron se alejo por un momento dándole su espacio a su pareja para charlar tranquilo con sus amigos.

Se dirigió a la cocina donde estaba Cameron, y tomo una cerveza.

– ¿Cómo has estado pequeña? Que alegría que estén por aquí. – sonrió éste apoyándose a su lado sobre la isla de la cocina.

– No te voy a mentir, la verdad he pasado días muy estresantes... Por eso decidimos tomarnos unas vacaciones juntos. – explicó Ruby, y luego le dió un sorbo a su bebida.

– Oh no, me apena oír eso... Pero todos necesitamos un descanso, y me parece perfecto que te lo tomes. – palmeo su hombro.

– ¿Y tú cómo has estado, Cam?

– Oh ya sabes, proyectos nuevos, colaboraciones... Bastante trabajo debo decir.

– ¡Hey, eso es estupendo! Debes enseñarme en lo que estás trabajando, eh. – lo señaló con su dedo y ambos rieron.

– Cuando gustes, cuando gustes... – sonrió de lado. – Sabes que estoy disponible siempre para ustedes dos, con Al.

Se quedaron charlando un buen rato más, y Alexandra Savior al encontrarlos los saludó amistosa y feliz de volver a ver a Ruby y encontrarse en Londres, ya que ella también era de Estados Unidos. Luego, se quedó charlando con el par en la cocina.

Al terminar su trago, Ruby salió en busca de Alex entre la multitud, y lo encontró en el patio trasero charlando con un grupo de amigos y Miles.

Se acercó a ellos y Alex, mientras charlaba la tomó por la cintura con cariño.

Lo veía tan feliz estando allí, aún no habían pasado veinticuatro horas pero sabía que Alex era feliz en Londres. Su rostro lo delataba.

– ¿Así que fuiste furor con Cameron? – preguntó Gerard, uno de los muchachos sacándola de sus pensamientos.

– ¿Disculpa? – preguntó Ruby sin comprender.

– Habló de la noticia falsa cuando los capturaron en Los Angeles... – rió éste.

– ¡Oh cierto! Bueno, los periodistas son rápidos para inventar rumores falsos. – rió la pelirroja.

– No me imagino cómo se habrá puesto Alex. – rió uno de ellos molestandolo.

Miles miró a su amigo sonriendo de lado. El sabía lo mucho que se había enfadado, pero no diría nada en voz alta.

Siguieron charlando normal, pero por la expresión en el rostro de Alex Ruby supo que lo que habían mencionado sus amigos no le había sentado para nada bien.

Terminó su cigarro, y luego de tirarlo al suelo tomó a Ruby de la mano y se la llevó hacia dentro.

– ¿Con quién charlaban en la cocina? – preguntó esquivando a algunas personas, hablando por sobre la música.

– Con Cam, está feliz de que estemos aquí... Dice que podemos ir a ver su nueva música cuando queramos.

– ¿Ah sí? Que amable de su parte.

Ruby freno y lo miró frunciendo el ceño.

– No empieces.

– ¿Con qué?

– Con tus celos.

– ¿Yo, celoso? ¿De Cameron? No son celos... Me molestan los rumores falsos.

Ruby rodó sus ojos, y prefirió no volver a tocar el tema adentrándose entre la multitud, buscando un lugar tranquilo para sentarse con Alex.

Baby, I'm yours | Alex Turner ( Stuck on the puzzle parte II)Wo Geschichten leben. Entdecke jetzt