18. Crookes Valley Park

445 32 0
                                    

Por la mañana Alex despertó bastante temprano. Vió que Ruby aún dormía pacíficamente, así que beso su cabeza con ternura y se levantó.

Se cambió con ropa algo abrigada y bajó a su antigua cocina. Allí, su padre ya estaba despierto.

– Oh, Alex. Buen día hijo, has madrugo. – sonrió mientras sacaba unos huevos de la nevera.

– Si, me he caído de la cama. – dijo refregando sus ojos mientras buscaba café para preparar.

– Déjame atenderte, como en los viejos tiempos.

– ¿Estás seguro...?

– Hijo, no estoy inválido. – lo regañó sin mucha paciencia y comenzó a preparar el desayuno para ambos. – Lamento de verdad no haberte dicho lo que ocurría...

– Lamento haberme enfadado así...– le respondió Alex apenado, mientras se sentaba en la mesa de la cocina.

– No, es entendible. Quiero que sepas que de ahora en más te diré todo lo que sucede... Por más duro que sea. – volteó a verlo por un segundo, y luego siguió preparando los huevos. – Los resultados no fueron los mejores. ¿Sabes?

– Ayer dijiste que estaba todo bien...

– Lo sé. Pero no voy a mentirte. – suspiró. – A fin de año quieren operarme porque la dieta que estoy siguiendo no está funcionando.

Alex se quedó unos segundos asimilando lo que su padre le estaba diciendo.

– ¿Pero eso es bueno no? Aún hay una buena alternativa. Un marcapaso es algo complicado, pero si es lo que se debe hacer...

– Si. Es bueno. – volteó a verlo sonriente y le tendió un plato de huevos revueltos con tocino. Luego, sirvió un poco del café recién hecho para ambos y se sentó a su lado en la esquina de la mesa. – Estará todo bien. Tu madre me cuida mucho.

– No me deja tranquilo, aunque no lo creas. ¿Sabes que haré lo posible por qué estés bien, no?

– Lo sé. Eres testarudo. – rió roncamente, y tosió un poco para luego seguir desayunando junto a su hijo.

• • •

Por la tarde, decidieron ir los cuatro al Parque de la Villa Crookes. Era un lugar muy bonito al que Ruby no había ido nunca, se encontraba en el medio de la ciudad pero era un lugar muy pacífico. Al ingresar habían metros y metros de césped verde, adornado con hermosos árboles de algarrobo loco o también llamado "árbol del amor" debido a sus peculiares flores rosadas.

Parecían ser lo único con vida bajo aquel cielo nublado de otoño, también había un gran lago que cruzaba al parque en cuya orilla habían bancos para sentarse a ver la tranquilidad del agua, mesas y juegos para niños.

Ruby caminaba tomada de la mano de Alex, y desde que había despertado lo había notado más callado de lo normal, como si hubiera algo dando vueltas en su mente sobre lo que no quería hablar.

– ¿Está todo bien? – preguntó ella frotando su brazo con su mano libre.

– ¿Eh?... Si, está todo bien. – le sonrió de lado.

– Cuando Alex era niño lo traíamos aquí, pero no le gustaba demasiado porque no habían muchos juegos. – explicaba Penny a unos metros de distancia, caminando abrazada de David.

– Cuando veía que estábamos aquí, quería irse de inmediato. – reía David mirando hacia el lago. – Lo único que lo entretenía era darle de comer a los patos del lago.

Ruby miró enternecida a Alex, y éste se encogió de hombros. Luego, beso con dulzura su mejilla.

– Eres hermoso. – acotó la pelirroja.

– No, tu eres hermosa.

– Ay me halagas. – rió ella.

– Iremos a comprar palomitas, ¿Quieren unas? – preguntó Penny.

– Yo quiero unas. – exclamó Ruby contenta, camino rápidamente hasta ella para darle dinero, y Penny se alejó con David dejando al par solo.

Alex y Ruby se sentaron en unos bancos que daban directo a laguna.

– Estuve pensando algo... Bastante. Desde anoche. – acotó Alex rompiendo el silencio, Ruby lo miró.

– ¿Qué es?

– Luego de lo que ha pasado con mi padre... – suspiró. – Me he puesto a pensar en muchas cosas. En la vida. En ellos... El tiempo se pasa muy rápido y me doy cuenta de que ellos están creciendo cada día más. – miró a Ruby. – Y no se si quiero seguir estando tan lejos de ellos, en Los Ángeles.

– ¿Hablas de que estás considerando mudarte a Inglaterra? – preguntó Ruby confundida.

– Si. Después de todo, Londres es mi hogar. – volvió a mirar hacia el horizonte. – Y no estaría tan lejos de mis padres, no tendría que cruzar el océano si algo llega a ocurrir.

– Está bien, es tu decisión. – lo apoyo Ruby.

– Y por supuesto que vengas conmigo, eres mi pareja. Pero eso es obvio.

– ¿Que yo venga contigo? – lo miró. – ¿Entonces ya es una decisión? No lo sé Alex...

– No es una decisión tomada, solo te estoy comentando lo que pasa por mi mente. Tus padres aún son jóvenes, son cosas que aún no debes pasar. Pero los míos son mucho más grandes, a papá lo operarán a fin de año y me gustaría estár más cerca para ayudar.

– Está bien. Lo comprendo... Pero es algo que debería pensar. Yo aún tengo mi trabajo en Los Angeles, mi familia...

– ¡Hemos conseguido! Están deliciosas y recién hechas. – Penny los interrumpió acercándose junto a David con dos bolsas de cartón llenas de palomitas de maíz recién hechas.

– Hablaremos sobre ésto después. No es el momento. – le respondió Ruby de manera en que él no se enfade.

Alex asintió con la cabeza e hizo lugar para que sus padres también se sentaran en aquel amplio banco.

• • •

La mañana siguiente, Ruby le dejo una nota a Alex y luego de vestirse, salió de la residencia de los Turner's para tomar un paseo matutino.

La vista era realmente hermosa en aquel barrio, las casas estaban un poco alejadas unas de otras y la ciudad estaba a unos cuantos kilómetros. Allí había una paz que no encontrabas normalmente en Los Ángeles.

Las hojas anaranjadas de los árboles crujían bajo sus botas, y el asfalto estaba algo húmedo, típico de Inglaterra en general.
Caminó por un largo rato, hasta llegar a la orilla del Río Don. Bajó dónde la tierra estaba más o menos firme, y se sentó en el suelo.

Cerró sus ojos y respiro hondo. No serían más de las nueve de la mañana. Saco su cuaderno que traía en su mochila, y llevo el bolígrafo a su boca en un ademán pensativo.

Luego, como por arte de magia comenzó a escribir. Después de tanto tiempo sin escribir una sola palabra... No podía creerlo. Estaba tan feliz que no quería pensar demasiado en ello y solo dejarse llevar por la creatividad del momento.

Después de escribir por un rato, alzó la vista mirando hacia el río. Éste corría provocando un sonido muy relajante, y pensó en la propuesta de Alex.
Londres era una ciudad realmente hermosa, pero debería pensar bien si apostaría toda su vida formada en Los Angeles para mudarse del otro lado del océano con Alex.

Si bien era cierto que allí en Londres, y en Inglaterra en general tenía varios amigos y la familia de Alex que era prácticamente como su familia. También podría viajar de vuelta a Los Ángeles cuando quisiera... Pero se trataba de un gran paso. Un paso que no sabía si estaba dispuesta a dar.

Los ángeles era la ciudad donde ella había nacido, era la ciudad donde había crecido, dónde tuvo sus primeras amigas y amigos, sus primeras parejas, su primer trabajo... todo.

Cerro su cuaderno y volvió a guardarlo en su mochila, dispuesta a volver a casa de Alex para seguir pensando un poco más en el camino.

Baby, I'm yours | Alex Turner ( Stuck on the puzzle parte II)Onde histórias criam vida. Descubra agora