Futuro.

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El domingo por la mañana era un día tranquilo, el clima era fresco casi frío debido al invierno, habia un leve rastro de juvia en las calles y el agradable aroma a tierra húmeda invadia el lugar, definitivamente era un día perfecto para descansar y quedarse en cama con un chocolate caliente o algo así; sin embargo para la profesora Eliza Arriaga su mañana de domingo sería todo menos tranquila, todo comenzó con su mejor y única amiga Lydia García que llegó a su casa para contarle con molestia como sus constantes intentos por enamorar al inspector Adam Woodeng fracasaban uno tras otro, Eliza comenzaba a lamentarse de haber ayudado dos años atrás a que su amiga cometiera ese asesinato, desde entonces Lydia había terminado de volverse loca, después de horas de quejas y lágrimas de cocodrilo la detective se fue de su casa y la profesora pensó que sería el momento perfecto para descansar, lamentable estaba más que equivocada y eso lo confirmó cuando recibió una llamada de su contratista Matilde Rodríguez, tras pensarlo unos segundos le contestó a la mujer mayor, después de todo ella pagaba su salario, aunque también era cierto que Eliza pensaba abandonar pronto el trabajo, comenzaba a cansarse de ser la maestra de unos adolescentes.

- Hola Matilde.

- Eris querida, suenas como si te molestará escucharme- la mujer al otro lado usaba un tono venenosamente dulce.

- ¿Por qué lo piensas Matilde? ¿Acaso no se nota que amo el hecho de que me pagues para fingir ser la maestra de unos estúpidos adolescentes en lugar de estar cazando personas como es mi trabajo real?

- Me alegra que tú profesión de maestra de artes te guste tanto Eris, porque te tengo nueva información, detectamos al menos diez individuos en esa escuela que debes investigar y si todo sale bien cazarlos para que ellos desaparezcan- la idea de ejercer su verdadera profesión emocionó a la mujer, llevaba diez años siendo una asesina profesional y se había especializado exitosamente en la cacería humana, así que tener de tarea cazar a algunos de los estudiantes que tanto odia era como un regalo de navidad adelantado.

-¿Quiénes son mis presas?- sonreía sadicamente.

- Te estoy mandando por correo las fotos de los objetivos Eris, espero un trabajo limpio y efectivo como siempre.

- ¿Podré divertirme con alguno de ellos?- prendió su computadora para ver las fotografías que recibía en ese momento, las abrió una por una identificando de inmediato a sus objetivos.

- No, a menos que quieras que le pase a Asmodeus tu misión- el tono de la mayor era duro y frívolo dando a entender que no bromeaba.

- Está bien Matilde, será un trabajo tan limpio que resultará aburrido.

- Me alegra escuchar eso Eris, por eso eres mi favorita.

- Adiós Matilde- colgó el teléfono sin esperar respuesta y siguió mirando las fotografías- que lindas manzanitas, será tan lindo bajarlas del árbol.

Eliza o más bien Eris se levantó para comenzar a planear lo que haría para cumplir su misión, le habían dicho que no podía torturar físicamente a sus objetivos, nadie dijo que no podía darles una pequeña tortura mental.

Mientras tanto en su oficina Matilde Rodríguez observaba la información que le fue entregada por los padres de Carol y por su otro asesino personal Asmodeus, sonrio complacida de saber que finalmente, tras siete largos años tendrian nuevos especimenes con poderes naturales, al fin podrian dejar de explotar los poderes de esa heroina que habian capturado años atrás.

Matilde Rodríguez llevaba ocho años como directora del centro de investigación Oasis en Morelos, se encargaba principalmente de la dirección del proyecto Negons y era una mujer temible; pocas personas han trabajado con ella y sobrevivido para contarlo, pues Matilde se caracterizaba por ganar el respeto a base de miedo y esto lo lograba siguiendo fielmente su principio más fuerte: "Si no estás conmigo eres el enemigo"; era licenciada en Neurociencias y en Química, algunos podrían describirla como una viuda negra al ser tan llamativa como letal. Tambien fue la primer y única persona conocida que mantiene a raya tanto al gobierno como a las mafias para no solo evitar que se metan en sus asuntos sino que encubran todo aquello que no debe ser conocido por el pueblo, como su red de secuestro y venta de personas o la constante desaparición de los empleados que quieren renunciar.

Mikoradoth: El origen de los héroes.Where stories live. Discover now