𝟎𝟎𝟏 ┃ 𝙛𝙞𝙣𝙖𝙡𝙡𝙮, 𝙛𝙧𝙚𝙚𝙙𝙤𝙢

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𝐂𝐇𝐀𝐏𝐓𝐄𝐑 𝐎𝐍𝐄

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𝐂𝐇𝐀𝐏𝐓𝐄𝐑 𝐎𝐍𝐄

𝘧𝘪𝘯𝘢𝘭𝘮𝘦𝘯𝘵𝘦, 𝘭𝘪𝘣𝘦𝘳𝘵𝘢𝘥

Otro día en la cantina. Me puse el delantal y empecé a pasar un paño húmedo por la barra, mientras veía a mi dueño abrir la cantina y a mucha gente entrar de golpe.

—¡Tu! — me gritó mi dueño, señalándome con el dedo índice — Ponte a trabajar. ¡Ya!

Yo asentí con la cabeza sin decir nada, pues ya sabía que pasaría si no obedecía. Yo era esclava en Tatooine, más concreto en Mos Eisley. Mis padres no tenían dinero para alimentarse y me vendieron a un esclavista por algo de comida. Lo entendía perfectamente, la verdad, ¿para que tener una boca más a la que alimentar cuando puedes tener comida para alimentar una boca? Pero que lo entendiera no significa que doliera menos no tener figuras paternas. Mis padres me vendieron cuando nací, mi esclavista me puso a trabajar cuando tenía 4 años, hasta ahora, que tengo 13.

Mi trabajo aquí era básicamente, tomar el pedido a los clientes, limpiar y cocinar. Y a veces, aguantar los comentarios de pedófilos y violadores que entraban al bar.

—¡Eh, Nel! — le dijo un hombre a mi dueño — ¿Cuanto por una noche con la chica?

Mis ojos se abrieron como platos y en seguida se llenaron de lágrimas. Lo pasaba muy mal cuando esto ocurría, pues nunca sabía cuándo mi dueño iba a decir un precio. Aunque, afortunadamente, la respuesta de mi dueño siempre había sido la misma hasta la fecha:

—No hay precio, amigo, no me sirve de nada una esclava preñada — pude al fin volver a respirar con tranquilidad. Gracias a Dios, mi dueño no era uno de esos que abusaba de sus esclavas, ni que dejaba que abusaran de ellas, y, en el fondo, estaba muy agradecida con el por eso —

El hombre resopló y se alejó con su bebida en la mano. Yo miré a mi dueño agradecida y este solo me echo una mirada de reproche la ver que había dejado de limpiar.

El día paso entre gente borracha y gritos en la cantina. Cuando quedaban solo unos minutos para cerrar, dos hombres con capucha entraron al local. Mi dueño se pensó unos segundos si dejarlos entrar o echarlos para cerrar de una vez. Una vez se decidió por lo primero, los hombres se sentaron en la barra, hablando entre ellos.

—¡Layra! — me llamo Nel — Me voy a la parte de atrás con unos amigos, ni se te ocurra dejar de trabajar, o ya sabes lo que pasa.

Señaló mis brazos derecho, en el que tenía varias marcas perfectamente alineadas en el hombro, recuerdo de todas las veces que intente escaparme, dejar de trabajar, o revelarme contra Nel. En total había 24 marcas. Yo asentí con la cabeza de nuevo, sin ánimo alguno.

—Y ya sabes, cierra bien cuando sea la hora.

Nel se fue y yo me dirigí a los dos hombres, quienes me miraban atentamente cuando se quitaron las capuchas.

—¿Que desean tomar? — pregunté con voz apagada, mirando a todos sitios menos a ellos —

—Dos vasos de cerveza Agárica, por favor — dijo el más mayor —

Uno de ellos, el más mayor, tenía el pelo largo, recogido en una media coleta y barba. El otro, mucho más joven, tenía el pelo corto, una trenza detrás de la oreja y una pequeña coleta detrás de la cabeza, unos ojos verdes brillantes, y una sonrisa muy amable.

Saque de un pequeño armario una botella de cerveza, y la eché en dos vasos, que le entregué a los hombres.

—Aqui tienen, señores — les dije, y ellos me dedicaron una pequeña sonrisa —

Me dispuse a irme, pero el hombre más mayor decidió volver a hablarme:

—¿No eres un poco pequeña para trabajar en una cantina, Layra?

Yo me tense de pies a cabeza cuando le escuché, y más aún cuando pronunció mi nombre. Odiaba quedarme sola con los clientes y que estos hablarán conmigo directamente.

—Tengo 13 años, señor — le dije, y este asintió con la cabeza —

—Aun así creo que es una edad muy temprana para trabajar en un sitio como este, ¿no crees, Obi Wan? — le pregunto al más joven —

—Yo creo que sí, maestro

Espera un segundo... La trenza, las túnicas, las capuchas, y... Me fijé en el cinturón de uno y, efectivamente, la espada láser.

—¿Maestro? ¿Ustedes son Jedis? — pregunté con una mezcla de nerviosismo y entusiasmo —

Los dos hombres asintieron y yo me emocioné de sobremanera, pero al darme cuenta, intenté disimular.

—Ahora dinos, ¿que hace una niña cómo tú trabajando aquí a altas horas de la noche? — dijo el más joven —

Me prepare para hablar, bajando la voz y procurando que Nel no me escuchase:

—Soy esclava del dueño de la cantina, y llevo trabajando aquí desde los 4 años, señor — le dije, notando como mi voz se empezaba a romper — Sáquenme de aquí, por favor. Liberenme.

Las lágrimas comenzaron a rodar por mis mejillas. Estaba harta de estar encerrada en esta cantina y no poder salir a ningún sitio, ni hacer nada que a mí me gustase.

—No te preocupes, Layra, te ayudaremos a salir de aquí.

Los Jedis se levantaron de sus sitios, y uno de ellos, Obi Wan, me extendió la mano para que la tomara. Y así lo hice.

—Quedate aquí, joven padawan, voy atrás a "convencer" a su dueño de que la libere — dijo el maestro, procurando enfatizar extrañamente la palabra "convencer" —

Iba a irse, pero yo le paré.

—No se moleste en intentarlo, señor, llevo intentando que me libere muchos años, pero nunca ha funcionado — dije tristemente —

—Bueno, yo tengo algunos trucos de Jedi que seguro que funcionan, confía en mí — dijo el mayor, guiñándome un ojo —

El maestro desapareció por la puerta, y yo me quedé con Obi Wan, quién se agachó en cuclillas para quedar a mi altura.

—¿Como te llamas? — me preguntó —

—Layra, señor, me llamo Layra Shilter

—Tienes un nombre muy bonito, Layra — dijo amablemente — No hace falta que me llames señor, me puedes llamar Obi Wan

Asentí, mirando algo más confiada los ojos de Obi Wan.

—Bien, Layra, tengo que hacerte una prueba de salud, para ver si cuando salgamos de aquí hay que ir a algún hospital o no. — me dijo, sacando un aparato blanco de su túnica y colocándomelo en el dedo índice — Va a ser un pequeño pinchazo, como una aguja. ¿Preparada?

Asentí de nuevo, mientras Obi Wan clavaba la aguja en mi dedo. Una gota de sangre salió de la herida y el aparato la filtró. Obi Wan miro la pequeña pantalla y sonrió.

—Esta todo bajo control, Layra, bien hecho.

El maestro de Obi Wan entro, con una sonrisa en el rostro.

—Bien, Layra, ya eres libre — dijo, y fue el momento mas feliz de mi vida —

Corrí a abrazar al maestro, y luego volví a correr para abrazar a Obi Wan. Estos hombres me habían salvado y estaría eternamente agradecida por ello.

With you - Anakin SkywalkerWhere stories live. Discover now