AVISO: QUE TENGA POCAS O NINGUNA VISITA NO SIGNIFICA QUE LA HISTORIA SEA MALA, SINO QUE POCA GENTE LA HA DESCUBIERTO.
Anakin Skywalker, un joven jedi elegido por la fuerza, es entrenado para convertirse en maestro jedi.
Layra Shilter, una joven esc...
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𝐂𝐇𝐀𝐏𝐓𝐄𝐑 𝐅𝐎𝐔𝐑𝐓𝐘
𝙜𝙧𝙖𝙘𝙞𝙖𝙨, 𝘼𝙣𝙖𝙠𝙞𝙣
Las lágrimas caían sin cesar por mis mejillas mientras andaba estresada y muy rápidamente por toda la habitación, a la vez que temblaba de pies a cabeza y respiraba con mucha dificultad.
Estaba teniendo un ataque de ansiedad. Uno de los más grandes que había tenido en toda mi vida.
-Cógelo... Cógelo por favor, Obi Wan, por favor...
Me acababa de despertar en una habitación oscura y cerrada con llave. Me había quedado inconsciente después de tomarme el café al cual seguramente le habrían echado algo y me habían encerrado en aquella habitación, y no podía derribar la puerta porque era de metal. De mi pierna izquierda salia sangre a borbotones de una de las muchas heridas que no se como habían llegado ahí, ya que mi cara estaba llena de lo que probablemente serían hematomas y pequeñas rajas por todos lados, que parecían ser hechas por cristales. Me habían robado el comunicador, las pulseras, el collar que llevaba y las llaves de la nave, que, seguro que ya no estaba aparcada en la puerta. Gracias a Dios había encontrado un pequeño y viejo comunicador algo roto, pero que aún funcionaba lo suficiente como para llamar a dos personas. Había intentado llamar a Obi Wan más de 10 veces ya, pero eran las tantas de la mañana y no lo cogía.
Por cada llamada perdida, sentía como mi corazón dejaba de latir por varios segundos, como si de un pequeño infarto se tratase. Y sinceramente, no estaría atan nerviosa si simplemente me hubieran robado y encerrado en una habitación. No estaría tan nerviosa si me hubieran simplemente drogado y secuestrado. Pero el ataque de ansiedad y la presión en el pecho no se debía a eso, sino a que cuando me desperté faltaba algo.
Se habían llevado a Luke y a Leia.
Cuando me desperté, lo primero que sentí fue un pinchazo constante en el corazón, y, cuando mi mirada se aclaró pudiendo ver mejor, note que el dolor era debido a que mis hijos no estaban conmigo. El gritó desgarrador que di cuando me di cuenta de las miles de cosas las cuales les podrían haber pasado se escuchó por todo Tatooine al menos.
Pero aún así nadie venía en mi ayuda.
Volvió a sonar el contestador del comunicador y ya no aguanté más. Apoye la espalda en la pared y me resbalé hasta caer sentada en el suelo, con las rodillas pegadas al pecho. Llore, grite, sollocé, me lamenté y miles de cosas más por un buen rato hasta que ya no me salía más la voz.
Pero entonces se me pasó una idea por la cabeza. Una idea que era tan, tan, tan imposible que se me ocurriera que supe que, si me lo había planteado por simplemente un segundo, era por qué estaba muy desesperada.
Marque el número del holograma, esperando con toda mi alma y mi corazón que lo cogiera, ya que era mi última opción para salir de aquí y recuperar a mis hijos.
