𝟬𝟮.

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9 de junio, 21:34

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9 de junio, 21:34.

No todos los días se puede tener un buen día, pero el mal humor tampoco puede ser eterno. Al menos eso es lo que piensa Aris al acercarse a cenar luego de haber evitado a su madre el día entero. No se cortó el cabello, pero lo lavó y peinó de manera mucho más presentable para sentarse frente a ella. La diferencia se hace evidente en el rostro de Inés, quien ahora no lo recibe tan disgustada como cuando lo vio por la mañana. Y menos mal que lo hace, ya que quiere compartir noticias importantes.

Aris jamás deja la comida en el plato, ni siquiera cuando no tiene hambre, pero esta noche se siente diferente. Atravesó tantas emociones a lo largo del día que su estómago se retorció hasta sacarle el apetito, y a pesar de que el rey y la reina lo notan, no comentan al respecto. Ambos mantienen una conversación entre ellos mientras él sólo mueve los vegetales de un lado al otro en el plato como un infante que no quiere consumir nada que sea de color verde. Inés cree que Aris finalmente le está prestando atención cuando él levanta su cabeza, llevando su mano hacia la copa frente a él para tomar un sorbo del oscuro vino. Lo último que el príncipe está haciendo es prestarles atención, de hecho, sólo enfoca sus ojos en la copa mientras bebe y escucha el sonido de su tragar.

Inés mantiene su vista fija en su plato mientras corta su comida, convencida de que su hijo la está oyendo.

—No tuvimos la conversación más pacífica por la mañana, pero, creemos que es importante que sepas esto. Sobre todo porque queremos que dejes una buena impresión.

Enrique mira a su esposa al oírla, y cambia su mirada hacia su hijo en espera de una respuesta que nunca llega. Aris mueve el vino dentro de la copa, nadando junto a sus pensamientos. Inés levanta la cabeza con su silencio, comprendiendo que está siendo ignorada.

—Aris —llama en un volumen más alto—. ¿Estás de acuerdo con eso?

En busca de evitar otra discusión, Aris pretende haber oído cada palabra que entró y salió por sus oídos segundos atrás. Asiente, recomponiendo su postura en el asiento.

—Por supuesto —responde, sin tener la menor idea de a qué está accediendo.

Enrique suspira, avergonzado. Niega con su cabeza en desaprobación, y Aris observa el gesto. Observa a Inés de manera inmediata, ya sabe que hizo algo mal.

—Entiendo que tu cabeza está ocupada por muchas cosas, pero ¿puedes al menos prestar atención cuando te hablan en la mesa? —pregunta Enrique, siendo compasivo con su tono.

—Algunos de los hijos de los empleados se quedarán en Zalá —se adelanta Inés a dar las noticias antes de escuchar una verdadera respuesta por parte de su hijo—. Vamos a concederles la estadía aquí por el tiempo que lo necesiten y deseen.

Aris no suele cuestionar las decisiones que sus padres toman, claramente, pero en esta oportunidad está genuinamente confundido con su participación. 

ALMAFUERTE © ORIANA CORRIDONIWhere stories live. Discover now