𝟮𝟰.

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𝗔𝗗𝗩𝗘𝗥𝗧𝗘𝗡𝗖𝗜𝗔: Este capítulo contiene menciones de uso de armas y sangre

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𝗔𝗗𝗩𝗘𝗥𝗧𝗘𝗡𝗖𝗜𝗔: Este capítulo contiene menciones de uso de armas y sangre. Se recomienda discreción y responsabilidad en la lectura.

6 de agosto.

Los días de Leonor se estaban sintiendo demasiado tranquilos como para mantenerse así. Todo estaba saliendo tan bien, tan prolijo, algo simplemente tenía que fallar en algún momento. Sus planes de volver a Oreco para buscar otra manera de mantener a sus hermanos a salvo dejaron de incluir a su madre, ahora planea hacerlo a espaldas de Beatriz y sin imaginarse que todo comenzaría a salirse de lugar la madrugada previa a organizar sus pasos a seguir para lograr dicha fuga.

Leonor despertó hace varios minutos con su nuca empapada en sudor frío. 

Abrió sus ojos inesperadamente, encontrándose con la oscuridad absoluta de su habitación y un corazón tan agitado que la llevó a creer que estaba a punto de sufrir un infarto. Su respiración se aceleró tanto como si hubiera corrido, su cuerpo se paralizó esos segundos posteriores a despertar y confundir la realidad con las imágenes producidas por su mente. Reaccionó sólo para arrojar las mantas a un costado, sofocada por el calor, intentando recuperar su aliento. Jamás había sentido un peligro tan extremo por culpa de un sueño.

Sigue exactamente en la misma posición, sentada en el colchón, recreando una y otra vez la secuencia de esa pesadilla en su cabeza. Se visualiza a sí misma corriendo desesperadamente entre los árboles de un bosque desconocido, perseguida por un grupo de hombres que tampoco tiene en claro quiénes son. El sueño era tan lúcido, podía controlar sus pasos mientras escapaba y era totalmente consciente de que estaba huyendo. «¿Por qué estaba huyendo?», piensa Leonor, llevando sus manos a su rostro para frotar sus ojos en busca de hacer desaparecer las imágenes. No consigue dejar de repetir la escena en la que cae sobre las hojas con un agudo dolor en su espalda, un dolor que atravesó su pecho y que la dejó sintiendo una presión real que aún no se desvanece. No puede ignorar lo abrumador que se siente que un sueño le deje secuelas físicas por primera vez en su vida.

Pestañea duramente para aclarar su vista, y finalmente reconoce su escritorio en el rincón de la habitación. Solo la luz que entra por la ventana le permite despejar el panorama y distinguir las hojas de la novela esparcidas torpemente sobre el mueble, tal como las dejó antes de desplomarse en la cama. Suspira, eligiendo creer en que eso fue el causante de su pesadilla. Ha pasado tantas horas perfeccionando el final de la historia que su cerebro simplemente la sumergió en su mundo ficticio. Su cabeza está tan saturada que, en el momento que tiene que descansar, se deja llevar por la fantasía. «Es una resolución lógica, ¿verdad?», piensa nuevamente, intentando convencerse a sí misma de que tiene sentido. Está asustada, confundida. Ha hecho todo lo posible para que el proceso de escritura no interfiera con su vida personal, ni viceversa, y una situación como esta le genera tantas preguntas. 

Necesita tomar aire de inmediato. Necesita algún tipo de indicio de que todo está bien, que sólo fue un gran y fantasioso producto de su imaginación.

ALMAFUERTE © ORIANA CORRIDONIWhere stories live. Discover now