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17 de agosto.

Tal como lo pensó Guillermo, Leonor fue la responsable de todo. Cada pequeño inconveniente que creció hasta convertiste en un desastre estos últimos meses estuvo relacionado a ella. Intentó frenarlos sin que nadie interviniera, pero la suerte no estuvo de su lado. Beatriz nunca creyó que su propuesta de hacerla viajar a Zalá ocasionaría semejante caos, ni que detrás de todos los inconvenientes se escondía una gran incógnita que sigue siendo ignorada hasta el día de hoy. Hay una sola razón por la que el destino llevó a Leonor a subirse a ese tren en primer lugar, y Aris es la persona que más cerca está de haberla descubierto. No es coincidencia que ambos se hayan vuelto tan cercanos de manera inconsciente.

No fue casualidad que sintieran que se entendían el uno al otro siendo totalmente extraños, es algo que Aris no ha dejado de pensar desde el primer día. A pesar de que lo llegó a torturar el hecho de pensar de más, su intuición nunca estuvo errada. La corazonada de creer que algo raro sucedía no era la simple esperanza de querer abandonar la soledad y romper con ese perfil tan depresivo que le ofrecía al reino. Siendo honesto consigo mismo, no sabe si prefiere eso o tener que salir ahora mismo a venderles una imagen que ni siquiera le pertenece.

Aris observa su reflejo en silencio, encerrado en su habitación antes de bajar al salón. La última vez que se sintió tan ridículo mientras se miraba al espejo fue luego de creerse incapaz de heredar la corona. Ahí está misma mirada, esos mismos ojos que atraviesan el cristal sin expresar emoción alguna ya que todas las emociones y sensaciones fueron escurridas de su cuerpo en estos últimos días por culpa de Leonor. El estrés excesivo con el que estuvo lidiando fue producto del desorden que ocasionó Guillermo Moya, pero eso es algo por lo que ya no tiene que preocuparse. Hay otra cosa que lo preocupa, y lo deja más intranquilo aun al no poder encontrar el momento indicado para hablarlo. Aquella mañana que leyó las últimas hojas de la novela se siente como si hubiera sido una eternidad atrás, y solo transcurrió una semana. Siete días enteros en los que las palabras se quedaron atascadas en su garganta por tener algo más interponiéndose en su camino y robándose su atención.

Se acomoda la camisa, la cual solo está desprolija de tanto que la ha movido por los nervios. Su cabello sigue tan largo como el primer día que discutió con su madre por no cortarlo. Sus ojos siguen tan desinteresados como los de la gente que lo está esperando y que solamente está presente en el castillo porque su padre los invitó. Ese salón que solo se usa para eventos importantes no está lleno como en esa última cena, pero efectivamente está repleto de gente a la que le importa la reputación de la familia real. Aris solo puede pensar en aquella conversación que tuvo con su padre en ese mismo lugar, de esa misma manera. No puede dejar de pensar en lo desagradable que se siente al recordar que Enrique está esperando por él porque está haciéndose pasar por el escritor de la novela, porque tal como dijo su madre, ha hecho todo lo posible para demostrar que está orgulloso de su hijo y quiere presumirlo. ¿Es eso realmente lo que Aris quiere hacer? ¿Esa es la reputación que quiere mantener? ¿Un príncipe que roba el auténtico trabajo de una artista que no pertenece a la clase alta?

Baja su mirada al mueble debajo de su espejo, e interrumpe su monologo con la atención que le pone al collar que nunca pudo tirar a la basura. A pesar de que intenta evitarlo a toda costa, ahí están los recuerdos de Bruno una vez más. Aris piensa en él, siente que la historia que él mismo está escribiendo con Leonor ya la ha escrito con Bruno, y no se refiere a la literatura. Piensa en que otra vez tiene bajo su ala a alguien que peleó por su vida hasta conseguir una oportunidad de salir adelante. 

¿Qué carajo está haciendo ahora? Perdió a su primer amor por los prejuicios, por no arriesgarse a protegerlo y no darle él mismo esa oportunidad para avanzar. Le salvó la vida a Leonor al alejarla de su padre, pero ¿le está dando la oportunidad de hacer valer esa vida? 

ALMAFUERTE © ORIANA CORRIDONIWhere stories live. Discover now