CAPÍTULO 9

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ALEXANDER VITAL

Tener a una mafiosa que fácilmente podría acribillar una nación entera sobre mi cama no me convenía en lo más mínimo pero dejando de lados esos pensamientos más que idiotas caí en cuenta de que me perdí mientras la miraba y por todos los infiernos tenía todas las intenciones de fundirme en sus brazos como tanto años añore a que sucediera pero no podía alejarme de lo profesional, esto solamente se trataba de un trato que ella me pidió pero no podía ignorar que ver el deseo que esos hombres le tenían a Victoria algo dentro de mi cuerpo se revolvió logrando que sacara el comentario menos diplomático que alguna vez en todos mis años de policía había dicho.

Ella necesitaba ayuda y yo como buen policía tenía que darle protección, aunque se me saliera un poco de las manos.

Como para terminar en una relación falsa que tenía una fecha de caducidad muy próxima, pero no me importaba cómo las voces de los periodistas harían preguntas de ahora en más, cómo tampoco me importaba la reacción de mi padre cuando supiera por medio de sus colegas del periódico de que su hijo mayor se veía envuelto en turbulentas aguas, ni siquiera quería escuchar su sermón sobre que Manuel y Ethan nunca lo hubieran hecho ya que ellos entendían la discordia que había entre los Vital y los Smirnova, pero entre medio de todos esos pensamientos que no me llevarían a nada llego uno que me hizo sonreír: Ella tenía aunque sea una pizca de atracción por mí, aunque sea que fuera una mínima posibilidad de que lo nuestro pasara no me daría por vencido para lograr algo más.

Mis pensamientos se esfumaron por arte de magia al instante que una pelinegra se paraba sobre la cama sacando una pequeña cuchilla la cual me apuntó con gran precisión logrando que cuando la largo hacía mí esta me cortara una parte de mi cuello donde se alojaba el tatuaje de un pájaro, me quedé observando como ella entraba en pánico al mismo tiempo que hacía una rabieta sobre la pobre cómoda.

-¿Terminaste?- interrogue todavía sentado en la silla que había colocado frente a la parte de atrás de la cama.

Victoria claramente se quedó petrificada cuando escucho con claridad mi tono de voz, se observó la fina tela del vestido que caía con normalidad sobre su cuerpo sin que se alargará en alguna parte.

-Estas en mi casa, hace más de ocho horas que duermes ya que la fiesta se terminó a las once y ahora son..- dije vigilando mi reloj de mano que marcaba las siete de la mañana- Las siete- termine diciendo volviendo a meter mi mano en el bolsillo de mis pantalones de vestir.

-¿Por qué estoy aquí? Me drogaste maldito animal- me preguntó apuntando con su dedo acusador hacía donde me encontraba sentado.

Sonreí por su acusación al mismo tiempo que me subía las mangas de mi camisa dejando a la vista la cantidad de tatuajes que abarcaban mis brazos desde la muñeca hasta el hombro.

-Si no te lo voy a negar, te drogue para sacarte de ese lugar y como buen policía que soy te traje a mi departamento donde tu mano derecha llegó en menos de veinte minutos exactamente, me impresiona cómo trabajan tus hombres- comenté sin mirarla ya que se había comenzado a vestir con mi ropa que se encontraba a su disposición.

Concentración soldado- me dije repetidas veces mientras miraba hacía el suelo.

-Sabes que estás tratando con mafiosos Vital, no con personas que no saben ni como se usa el GPS, Máximo nunca me dejaría sola- me explico con diversión.

-A veces quiero olvidar lo que somos- dije con pesar sin darme cuenta que no lo decía en mi mente y que la persona que se encontraba frente a mí lo escuchó fuerte y claro.

No supe cómo fue que llegó hacía donde me encontraba pero frente a mí una arma se acomodo en mi garganta al mismo tiempo que me hacía pararme sobre mis pies a una velocidad nunca antes vista, cuando observe hacía los ojos de Victoria ese azul me envolvió en una tormenta eléctrica que batalló contra la luz que había entre mis ámbar que le devolvieron el golpe mientras se acoplaban con una sonrisa juguetona en mis labios al instante que movía la cabeza hacía un lado aun así ella presiono el cañón contra mi cuello logrando que una risa totalmente desquiciada saliera desde el fondo de mi garganta, la mire de vuelta a los ojos después de pasear mi mirada por mi ropa que le quedaba enorme en su cuerpo frágil pero la maldita no tenía nada de débil y eso me volvía loco.

El Adiós Dorado 1LWhere stories live. Discover now