CAPÍTULO 44

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Todo era un torbellino de emociones en la cabeza de Alexander, le parecía ilógico perder los estribos frente a una mujer qué juraba era otra persona, y quería creerlo en serio deseaba creer qué esa Señorita no era la chica qué él anhelaba tener, qué simplemente era una de las mejores en el ámbito criminal y qué su nombre tenía prestigio, aunque algo le faltaba para creer en la mención de su negocio.

Aunque él se negará a creer qué esa mujer no era más qué Victoria, su mente le quería jugar una mala pasada y al parecer, él estaba cayendo en la locura qué la mayoría de mafiosos tenía.

Por lo que no le pareció irrelevante ojear entre las páginas web para asesorarse sobre su supuesto interés en formar parte de la cacería extraña qué una familia de mafiosos quería realizar, le parecía medio incoherente qué Luke, siendo un hombre de pocos para no decir nulos contactos dentro de la mafia pudiera encontrar a esa persona qué juraba tener algo más qué una apariencia atractiva.

Apenas llegó a lo qué era como su casa de aislamiento se sumergió en las profundidades de Internet para llegar a una sola página qué le daba aunque sea una pizca de información en concretó.

Frente a él aparecía un minúsculo informe sobre la muerte de su abuela qué tristemente había fallecido hace unos días atrás dejando todo a su única nieta qué para resultar más extraño a Alexander, se llamaba igual qué su difunta familia ya qué en él texto se expresaba claramente qué la joven no tenía ni un tío a quien acudir en su desgracia, por lo qué en ése momento a Alexander le pareció lógico qué la pobre mujer buscará algo de sustento ya qué su abuela se había dedicado a lo mismo por lo qué supuso, ella estaba metida en el tema desde tiempo inmemorables.

Pero esa molesta espina qué quería hacerlo caer en la locura no se marchaba, cómo tampoco Alexander se daba por vencido aunque se recordará cada cinco minutos qué era imposible sobrevivir al disparo qué su padre le había provocado a su amada.

Tenía que aceptarlo, aunque esa chica tuviera las misma facciones qué Victoria, ella no era la misma persona qué él buscaba.

Observando la información qué le largaba el dispositivo simplemente bebió todo el contenido qué tenía la botella qué se encontraba al lado de su ordenador, la consumió por puro odio y rencor hacia su persona por hechos los cuales él sabía qué no tenía por qué culparse.

Pero en ocasiones necesitabas ahogar los pensamientos cuando ellos quieren hacerlo contigo.

No supo cómo llegó a la habitación donde se encontraba Isabella, pero tenía la noción suficiente para saber qué dentro de horas cuando la lujuria pasará y él volviera a su estado normal, las imágenes volverían y con ello el despreció qué sentiría por sus acciones pero él quería qué la mujer qué en ese momento lo miraba fuera otra persona y con eso en mente simplemente se dejó vencer por el alcohol.

Otra vez dejó qué Isabella ganará aunque él pensara en otra mujer, pero eso ya no era amor sino culpa, él quería engañar a su corazón fingiendo amor cuando él más qué nadie sabía qué lo único que sentía por Victoria era culpa por defraudarla, por dejarla en manos de sus enemigos y simplemente en ese instante, mientras los efectos del alcohol se iban él juró odiarla por no poder olvidarla sin saber qué Smirnova no podía sentir nada por él.

Victoria analizaba su plan mientras con una mano se llevaba un cigarrillo a la boca a la vez qué con la otra hablaba por el móvil escuchando las risas de su padre qué la felicitaba por poner en su lugar a Farag.

Pasaban las once de la noche cuando su progenitor la llamó alertandola de qué Alexander había estado hurgando en diferentes partes.

-¿En serio me llamas para verificar si hice bien mi trabajo?- le interrogó una desinteresada Victoria a su padre qué río.

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