CAPÍTULO 20

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VICTORIA SMIRNOVA.

Deje a un aturdido Alexander atrás al momento que me giraba hacía el frente y comenzaba a caminar con gran cautela intentando observar mi alrededor con precaución así no ser sorprendida por fallos de mi vista, pero todos esos planes de querer ser sigilosa llegaron a su fin cuando sentí como mi pie entraba en una trampa que estaba hecha con una soga común.

-Maldición- gruñí cuando la soga me hizo quedar de cabeza sobre uno de los árboles cerca del idiota que deje atrás.

Desde mi posición logre visualizar como Alexander se encontraba apoyado contra un pilar que servía como iluminación pero en esté momento no hacía la función inicial, giró su cabeza a la derecha para dejarme ver una sonrisa divertida en su rostro como si le divirtiera la situación y vaya que lo hacía.

Me crucé de brazos ocultando como mi ropa quiso moverse de su lugar dejando la patética remera de flores rosas que me había puesto como refuerzo por si la situación lo ameritaba pero en este momento me parecía de lo más estúpido pero ya no podía cambiar el futuro.

-¿Necesitas ayuda?- preguntó con diversión, a punto de estallar de la risa.

-No te necesito- le dije con convicción.

Saque una daga de entre las medias que estaban metidas dentro de mis borcegos al momento que la empleaba con fuerza al mismo tiempo que me flexionaba hacía delante cortando la soga logrando que cayera de espalda de una manera espantosa consiguiendo que toda mi columna vertebral sonará por completo, sin poder creerlo Alexander se carajeo de una manera muy exagerada pero no me importo ya que me levante con velocidad al mismo tiempo que corría lejos del idiota mientras escuchaba como me llamaba con mi falso nombre pero no le correspondí solamente corrí lejos de todos viendo como algunos cuerpos corrían por diferentes partes del bosque.

Me distraje cuando visualice al tipo que quiso asesinarme como corría hacía mí con gran velocidad logrando pasar desapercibido por los jefes de las otras mafias que simplemente lo ignoraron al mismo tiempo que veían un mapa del bosque que les ayudaría a terminar la prueba que consistía simplemente en obtener la bandera y si no lo hacías tenías que llegar al final de la recta donde se encontraría Máximo con sus autos para volvernos a la casa principal.

El bosque tenía una extensión de vegetación bastante extensa que lo ayudaba a dar ese aire de misterio que tanto me atraía cuando era niña y lo hacía ahora mismo mientras corría lejos del imbécil que no se daba por vencido en una misión que se le daría muy mal para su suerte, corrí entre todos los árboles que me fueron protegiendo de las balas que el tipo comenzó a esparcir hacía mí pero en el momento menos oportuno un cuerpo enorme me embistió por mi costado derecho logrando que todo su peso cayera sobre mi cuerpo consiguiendo que el aire abandonará mis pulmones de una manera rápida.

Estaba a punto de sacarme de encima a la bestia que me había apresado contra las ramas al instante que veía pasar una figura negra que reconocí como el hombre que quiso asesinarme hace unas horas atrás ya que hace más de dos horas que habíamos comenzado la prueba pero para mi desgracia no había logrado seguir pista para poder encontrar la bendita bandera y esto de que un imbécil me estaba siguiendo para matarme no me ayudaba en lo absoluto.

Cuando quise hablar una enorme mano me tapó la boca con rapidez al mismo tiempo que sentía como el hombre que me tenía cautiva me sacaba la peluca que se arrancó de las raíces de mi cabello, los pobres cabellos falsos se perdieron de mi vista al segundo que una luz me cegaba de golpe consiguiendo desorientarme por unos instantes hasta que el peso que sentía sobre mí se apaciguó sin que yo hiciera nada.

Me senté sobre el suelo viendo como un ente negro se encontraba parado a unos metros de distancia de donde yo había quedado tirada sobre el suelo, mientras lo observaba con mi mano derecha comencé a buscar la peluca que viendo las circunstancias como podría estar cerca de mi como también estaba la posibilidad de que se haya perdido pero me detuve en seco cuando vi a Alexander con la peluca sobre sus manos mientras me veía divertido.

-Estoy seguro que tu película favorita de niña era Múlan y no puedo escuchar una excusa sobre que estoy equivocado- recrimino apuntándome con su dedo acusador.

Lo ignoré con gran facilidad al momento que me levantaba sobre mis pies al mismo tiempo que me apartaba de los pedazos de arena que tenía sobre la ropa que en este segundo no servía de nada ya que el soldadito ya sabía de mi treta por lo que sin más pretextos saque de un tirón la remera que carecía de músculos dejando debajo la camiseta rosa que lució por la luz que Alexander le propinaba con su linterna.

-Ahora que estás "presentable"- hizo un gesto de comillas invisible con sus dos dedos índices para luego continuar- ¿Podrías encontrar el momento perfecto para explicarme porque hay un tipo que tiene muchas ganas de asesinarte?- preguntó con un tono de voz muy complicado para las personas normales.

Analicé su pregunta mientras mis ojos se entrecerraban para observar mejor su presencia, parecía que estaba sufriendo pero podía diferir con esa hipótesis ya que en su trabajo es algo común estar en cazas como estas.

-Yo te tengo una pregunta mejor, ¿Qué haces aquí?- le dije colocando mis manos sobre mis caderas.

Se quedó callado por unos instantes al momento que fruncía el ceño por mi pregunta o por mi presencia, analizó su alrededor ignorándome mientras buscaba las palabras correctas para darme una respuesta ingeniosa pero al parecer no hallaba la manera de decirme que su estúpida presencia estaba dirigida solamente por mí.

Obviamente me equivoque ya que sin verlo venir volvió su vista hacía mi y simplemente me sostuvo de las mejillas para acercarme a él con gran facilidad a la vez que bajaba sus manos hacia mis manos dejándome quieta en mi lugar al mismo tiempo que sus dos ambar me analizaron sin una pizca de amabilidad, ellos me devuelven la mirada con una especie de amor pero mezclado con odio tan profundo que me envolvió de una manera desquiciante pero me da la sensación de que oculta su enamoramiento de mí para que no lo vea como él débil que es.

-Lo hice por ti, por tu maldito pensamiento que vive en mi mente desde que te me presentaste en aquel bar para matar a una idiota que intento robarte, desde ese momento no dejo de pensar en ti de una manera muy desagradable por el simple hecho de que me parece repulsivo no poder quitarte de mi cabeza por más que me replantee que soy un policía y tu una ladrona por ende tengo que atraparte, mira que coincidencia, te tengo entre mis garras y eso es muy peligroso para ti- termino diciendo sin quitar su sonrisa.

Ladeé la cabeza hacía un lado al mismo tiempo que le sonreía como él lo hacía conmigo, quería desestabilizar con sus confesiones poco confiables ya que sin mirarlo mucho te dabas cuenta que mentía en sus palabras por el simple hecho de sus acciones y su mirada que carecía de amor en este momento, tenía la maldita cobardía de mentirme en la cara cuando él estaba consciente de que sabía que me engañaba.

-Te equivocas, el peligro es mucho más grande para ti que para mí- le dije al momento que hacía mi cabeza hacía delante logrando golpearlo tan fuerte que Alexander cayó de espaldas pero no me detendría solamente en un golpe común.

Me aparté el cabello del rostro al momento que sin más tiempo que perder me encamine hacía donde estaba el idiota para luego sacar de entre medio de mis pantalones una jeringa con un poco del suero que los Thompson habían creado, me agache quedando cerca de su cuello al instante que buscaba el lugar exacto donde inyectar, examine sus signos vitales concluyendo que estuviera normal, simplemente desmayado por el golpe.

Antes de siquiera lograr encajar la aguja su cuerpo robusto se levantó de golpe logrando que quedáramos demasiado cerca dejando que su respiración chocara contra mi rostro de una manera irritante, me observó con los ojos entrecerrados al momento que hablaba en tono de niño pequeño.

-¿Me estabas por matar maldita loca?- contraataco con la mano en el pecho y fingiendo dramatismo.

-Verás- le dice un gesto con la mano dándole a entender que en verdad era el plan inicial.

Cuando quise moverme de mi lugar escuche el crujido de hojas siendo aplastadas por un zapato de hombre, mi compañero quiso hablar pero antes de que lo hiciera logrando que el tipo nos descubriera, lo bese.

El Adiós Dorado 1LWhere stories live. Discover now