CAPÍTULO 34

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ALEXANDER VITAL

El cuerpo de Victoria cayó hacía un lado mientras mi mirada se dirigía hacía delante, mis manos picaban para agarrarla para evitar que su cabeza rebotara contra la acera pero mi labor no me lo permitía y tampoco era que iba a hacerlo por más que mi deber fuera ese.

La maldita había usurpado mi trono, mi poder y mi corazón aunque me molesta admitirlo.

Cuadré los hombros al momento que levantaba mi pierna izquierda para luego alargarla hacía unos centímetros para pasar por encima del cuerpo inerte de Smirnova a la vez que ignoraba el hecho de que estuve por poco de pisar su mano, en ellas vivía la marca que nos hicimos una vez que peleamos cuerpo a cuerpo, baje la mirada hacía ella al instante que sonreía cuando recordé el corté que estaba en mi mano izquierda y la de ella estaba en la derecha.

Moví la cabeza hacía el frente a la vez que caminaba hacía la presencia del Boss que tenía los brazos abiertos y una sonrisa enorme en sus labios, en completo silencio todos los hombres de Victoria se quedaron quietos observando como su jefa quedaba abandonada en la acera mientras la sangre se esparcía por el asfalto, cuando mis pies se detuvieron a unos metros del hombre que me dio la vida me giré hacía Nicolás que simplemente bajó la cabeza mientras observaba a la chica que sostuvo su mano con fuerza.

Viendo esa escena mis celos incrementaron en sobremanera, pero cuando me quise girar para hacerlo trizas una mano me detuvo desde el hombro para luego sostenerme en el brazo logrando detenerme.

Me giraron mientras sostenía mi cabeza y me mostraban como Nicolás subía a Victoria en sus brazos, mi padre acercó su boca a mi oído al momento que susurraba.

-Vengamos la muerte de tu madre Hijo, ahora hay que reinar sobre los Smirnova, le informaremos a todo el mundo la caída de la heredera de la mafia, haremos millones por solamente decir unas cuantas palabras- dijo orgulloso.
Anunciar la muerte de esa chica me dolía pero me molestaba más saber que ella había ganado y que mi corazón le pertenecía aunque fuera una traidora.

Asentí a sus palabras al momento que me giraba hacía el auto que nos llevaría lejos de esa masacre de una sola persona, antes de subirme en el asiento del acompañante escuché el gritó de Nicolás sacando a sus hombres de la escena, había ganado pero no me sentía el campeón de nada y nunca lo sentiría.

El auto aceleró dejando atrás cómo varios hombres de negro hacían desaparecer todo lo que tuviera en común con Victoria, trataba de ignorar cómo el pinchazo en mi corazón se hacía más grande a manera que dejabamos atrás a la chica con la que había pasado más de dos semanas, su visita a mi oficina se hacía presente en mi mente en el momento que movía mi cabeza hacía atrás a la vez que cerraba los ojos, necesitaba verla y sólo recordar su sonrisa, sus gestos, los insultos y la cantidad de palabras que salieron de mi boca cuando el ofició no estaba de por medio.

Mi mente se perdió entré esos recuerdos de tal manera que no noté cuándo el auto se paró bruscamente frente a las puertas de reja de una gran mansión que se encontraba perdida entré los alrededores de un gran huerto de vegetación extenso que me hizo acordarme la vez que golpeé a Victoria en esa oscuridad y cuándo la salve de ese tipo que murió por su mano.

Una sonrisa surcó mis labios cuando mis pensamientos eran hacía lo que sentí cuando la vi asesinarlo cómo si fuera un animal.

-Me encanta que te guste la casa pero espera a entrar que te tengo una sorpresa- me informó mi padre con seriedad.

Ignoré sus palabras al momento que el auto tomaba el retorno hacía dentro de la fachada de la mansión la cual nos dio la bienvenida con dos filas de empleados que miraba hacía el suelo tratando de no levantar la mirada mientras mi padre estacionaba a un lado del perímetro de la casa enorme de un color aburrido, esa residencia sería la última que Victoria hubiera elegido en su vida.

El Adiós Dorado 1LWhere stories live. Discover now