Muchas cosas han sucedido en la vida de los Morgan, pero la aventura no termina. Su historia está por enfrentar el comienzo de un nuevo siglo y los cambios que vienen con él.
A los pies del siglo XX, la llegada de Marie está más presente que nunca...
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2 de marzo 1896. White Oak, Minnesota.
Jonathan tenía una reunión con Nixon Matthewson planeada a las doce y cuarto, pero como ya era costumbre, Nixon llegaba tarde. El muchacho se tomaba muy en serio la idea de no parecer ansioso o desesperado por una visita y Jonathan crecía en malhumor. No se habían visto mucho en los últimos seis años desde el juicio, solo al desenterrar los restos de Lois para acomodarla en el cementerio de los Matthewson y luego una mínima cantidad de veces y estrictamente laborales para ayudarse mutuamente cuando sus compañías enfrentaban algún problema. Normalmente era Jonathan quien le ayudaba.
Ahora, después de seis años de posponer y posponer, oficialmente se reunirían para discutir la idea de emprender un negocio juntos y Jonathan ya quería cancelar todo por su simple demora.
—¿Nos quedaremos esperando todo el día?
Jonathan negó, pero no respondió a la pregunta de Derby y este simplemente regresó su atención al paisaje y continuó fumando en silencio.
Estaba esperando por Nixon con Derby y Terrell para hablar de negocios y Chester se había marchado con Keiran para asegurarse que el cargamento que recibían de la costa estuviera en buen estado y cumpliera con la cantidad acordada. Jonathan había pedido telas para abastecer los mercados de White Oak y obviamente a su familia.
Vio a la distancia como el carro de Nixon se aproximaba por la calle principal de White Oak y apretó los dientes. Ni siquiera venía apresurado, mantenía una marcha tranquila como si no estuviera llegando media hora tarde y Jonathan no tuviera otros asuntos que atender. Cuando el carro llegó hasta la puerta de la empresa, el chofer bajó y abrió la puerta para Nixon.
—Llegas tarde —espetó sin siquiera saludarle y se giró para entrar en el edificio.
Terrell le siguió y Derby lanzó una mirada intimidante hacia Nixon y lanzó su cigarrillo al suelo para luego girarse y seguir a Jonathan.
Nixon ya estaba acostumbrado a la frialdad que los amigos de Jonathan tenían hacia él, no era novedad considerando que durante años él les había provocado muchos problemas, pero quería creer que estaban a mano, pues Jonathan le había provocado la misma cantidad de problema.
—Mi reloj se debe haber atrasado —mintió y agradeció a la asistente de Jonathan, Stacee Morgan cuando tomó su abrigo—. No sabía llegaba tarde.
—¿Se te atrasa siempre? Debes tener un reloj de segunda mano —se burló Derby y Nixon no reaccionó—. No da una buena imagen que siempre llegues tarde, Matthewson.
—Ustedes no dan una buena imagen en lo absoluto y no me ven quejándome ¿o sí? ¿Hablaremos de negocios o haremos berrinches como niños de tres años?
Jonathan calló a Derby antes de que respondiera malhumorado como era su costumbre de ser muy impulsivo y Derby obedeció, pero se quedó apretando los puños y los dientes.
