Muchas cosas han sucedido en la vida de los Morgan, pero la aventura no termina. Su historia está por enfrentar el comienzo de un nuevo siglo y los cambios que vienen con él.
A los pies del siglo XX, la llegada de Marie está más presente que nunca...
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30 de mayo 1896. White Oak, Minnesota.
Myles esperó de pie junto a su caballo en lo que Henry terminaba de colgar su bolso en el suyo y le sonrió. Se le dificultaba ocultar sus sentimientos cuando lo tenía cerca, le brillaban los ojos sin poder evitarlo y una sonrisa aparecía en sus labios cuando se detenía a pensar lo atractivo que era. Era muy masculino y a Myles se le hacía irresistible que lo fuera.
Se obligó a actuar con normalidad cuando su hermano Jimmie le lanzó uno de los bolsos y sus ojos se encontraron. Estaba seguro de que Jimmie ya lo sabía o podía verlo en su mirada, pues llevaba varios días intercalando su atención entre Henry y él, analizándolos.
Jimmie estaba con Katherina dentro de lo que podían hasta que se divorciara, la llevaba a cenar, caminaban por el parque, la visitaba con permiso del señor Morgan y le escribía cientos de cartas cuando no podían verse o le enviaba regalos. Su relación no parecía poder progresar más allá de eso mientras tuviera otro matrimonio, pero ambos parecían felices con lo que tenían de momento.
Myles por otra parte sabía que su relación con Henry jamás podría progresar, no podrían casarse o tener hijos y no podrían confesar su relación al mundo, pero no lo necesitaba en esos momentos, poder estar con él ya era suficiente y más de lo que había tenido nunca. Myles nunca había tenido una pareja, solo hombres con los que se veía en lugares secretos y pasaba la noche y no habían sido tantos hombres, en su vida solo había habido unos cinco o seis. Henry era especial y le gustaba demasiado por eso.
—¿Cuánto demorarán? —preguntó Olivia estando de pie en el porche de la casa con las manos en la cintura.
—Seguro volveremos para el lunes —contestó Henry y cuando subió en su caballo, Myles le imitó y subió en el suyo—. ¿Segura que no quieres venir con nosotros?
—Mmm, cazar sigue sin ser un pasatiempo de mi interés así que aprovecharé me dejan la casa sola y tendré algo de paz.
—Claramente nos vas a extrañar —se burló Jonathan y Olivia rodó los ojos con una sonrisa y se despidió antes de volver al salón.
Se marchaban casi todos, Grayson, Floyd, Hardy y Aiden, Henry y Myles, Katherina, Jimmie, Jonathan, Nolan, Kathleen e incluso Adalynn y Zenia. Elizabeth había decidido quedarse con su madre para seguir preparando su futuro dormitorio con Ethan y Geordie había quedado con visitar a Eloise esa noche, así que no podía acompañarlos.
Partieron en sus caballos hacia el bosque manteniendo un ritmo tranquilo y una charla animada.
Nolan tenía su mente ocupada en Carlie y Célia y hablaba con Grayson y Floyd para decidirse como terminar el compromiso. No podía hacerlo por carta, sería demasiado grosero, por lo que debía viajar a verla y aun no se había presentado la oportunidad, el viaje era largo y Carlie no siempre podía recibirle, además incluso aunque terminara con Carlie, nada le garantizaba que Célia lo aceptaría de regreso y estaba pensando en una forma de ganarse su respeto otra vez.
