Muchas cosas han sucedido en la vida de los Morgan, pero la aventura no termina. Su historia está por enfrentar el comienzo de un nuevo siglo y los cambios que vienen con él.
A los pies del siglo XX, la llegada de Marie está más presente que nunca...
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01 de octubre 1896.
Minneapolis, Minnesota.
Geordie se puso de pie cuando los estudiantes empezaron a dejar la Universidad y aguardó con una flor en su mano hasta que vio a Eloise correr hacia él y no pudo contener la sonrisa y la emoción subiéndole el pecho.
La alzó en sus brazos cuando ella lo alcanzó y ahuecó su rostro en una mano para besarla. Había extrañado cada detalle y sensación. Volvía a sentirse drogado por su aroma a limón, volvía a cosquillarle todo el cuerpo cuando sus labios se encontraban y no quería soltarla porque había pasado demasiados días sin verla y la necesitaba.
—Te traje una flor —comentó y se la entregó con una sonrisa—. La vi mientras caminaba hacia aquí y me recordó a las flores que crecen en tu jardín, pensé te gustaría.
—Geordie, es hermosa...Muchas gracias —. Se la colocó en el cabello para que adornara su peinado y Geordie sonrió y le acarició la mejilla—. Te extrañe demasiado.
—También yo, Eloise. Me duele el corazón cuando no estás a mi lado.
—Mi amor...—. Volvió a besarlo y él la abrazó y no quiso que se apartara—. Pronto nos casaremos y estaré a tu lado siempre ¿sí?
—Sí, siempre, por favor.
Entrelazaron sus manos para empezar a caminar y Geordie apenas pudo contenerse de mirarla.
—¿Has estado bebiendo mucho café ¿no?
—Sí, se acercan mis exámenes antes de las vacaciones de navidad y apenas estoy durmiendo por estudiar. ¿Lo supiste por mi aliento? —. Geordie asintió y Eloise sacó un paquete de su bolsillo con una enorme sonrisa—. He encontrado la solución.
—¿Goma de mascar?
—Sabor menta. Papá lo usa cuando bebe mucho porque mamá odia que tenga aliento a alcohol, así que puede tapar cualquier olor —. Desenvolvió una tira y se la acercó para que la oliera—. ¿Te gusta? Porque también tengo sabor durazno y...Frambuesa.
Olió el de frambuesa y cuando él negó a ese sabor, lo dejó en el muro de la Universidad donde seguramente alguien se lo llevaría.
—Menta será. Mmm, es rico. ¿Quieres? —. Negó y ella se entretuvo con su goma de mascar y se abrazó a su fuerte brazo para caminar. Le gustaba volver a tenerlo cerca envolviéndola con su calor y su aroma tan masculino; whisky, cigarros y colonia—. ¿Podemos conseguir algo para almorzar? Muero de hambre.
—Claro —. Pensó que Eloise no se emocionaría mucho yendo a un restaurante así que señaló hacia el parque—. ¿Conseguimos unos perros calientes?
—Oh, mis favoritos. Vamos, yo invito.
Lo arrastró de la mano para cruzar rápidamente la calle y Geordie le siguió el ritmo con grandes pasos mientras ella corría. No insistió en pagar cuando ella se ofreció a hacerlo, no tenía motivo para insistir y tampoco le molestaba que pagara si ella tenía el dinero, después de todo Eloise parecía emocionarse por poder pagar ella por ambos.
