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Jonathan llegó a la ciudad para recoger a Katherina cuando habían pasado una hora desde que Jimmie se había marchado

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Jonathan llegó a la ciudad para recoger a Katherina cuando habían pasado una hora desde que Jimmie se había marchado. Katherina lo esperaba en la recepción, sentada en el sofá junto a la estufa y afuera llovía torrencialmente y los truenos y relámpagos parecían sacudir la tierra cada cierto tiempo. No había un alma en la calle y se había ido la electricidad en el hotel por lo que volvían a las velas.

Cuando su padre llegó al hotel, completamente empapado y sin poder usar un paragua pues el viento se lo volaba, Katherina dejó la comodidad y el calor del sofá y fue hacia la salida.

—Aquí, ponte esto —. Él sacó un abrigo que había traído enrollado por dentro de su chaqueta impermeable y se lo puso dentro de la seguridad del hotel mientras su padre escurría agua y temblaba—. Vamos a tener que correr, dame la mano y no te quedes atrás.

Se aferró con firmeza a la mano de su padre y con la otra sujetó un poco su falda para poder correr a su ritmo por la calle. Se estaban inundando los lados de las avenidas y no pasaba un solo caballo, solo algunos miserables como ellos que debían correr hacia sus destinos, muchos negocios estaban cerrando a pesar de ser las ocho de la mañana y la luz parecía haberse cortado en gran parte de la ciudad.

Corrió tan rápido como pudo con su padre llevándola de la mano y él la ayudó a saltar un enorme charco al borde de la acera.

Entraron en la estación y su padre pagó por dos boletos y fueron hacia el tren que estaba por partir. Iba prácticamente vacío y sería el último tren del día, por lo que habían sido afortunados al llegar a tiempo.

Se sentaron en uno de los bancos y tuvieron que abrazarse para intentar mantener la temperatura.

—¿Con quién estuviste en el hotel? —espetó Jonathan provocando que ella se tensara.

—¿Qué?

—Nunca te has quedado en un hotel, de hecho, lo odias y no había un mal clima ayer por la tarde cuando llamaste a tu madre, así que...Dime la verdad ¿con quién estuviste?

Katherina perdió todo el color en su rostro y se enderezó para mirarlo.

—No te enojes, papi...

—¿Te entregaste a él? —. Negó rápidamente y Jonathan apretó los dientes sin mirarla y se acomodó en el banco—. Bien. Hablaremos al llegar a casa entonces.

Cuando volvió a acomodarse en sus brazos para mantener el calor, empezó a sentir miedo y ganas de llorar. No podía decirle a su padre que estaba con un hombre casado y no podía darle el nombre de Jimmie o Jonathan iría a molerlo a golpes, lo conocía, no lo mataría porque ya no era esa clase de hombre, pero lo molería a golpes y no lo dejaría en un buen estado. Jonathan odiaba a las personas infieles, tenía una idea muy pura de amor, odiaba a los infieles tanto como odiaba los divorcios.

El chofer del tren fue amable cuando llamó a Jonathan a la cabina y le comentó que podía dejarlo en la siguiente estación Utica, dado que no había más trenes circulando por las vías con ese clima y así ellos no tendrían una larga distancia para poder llegar a casa.

Vidas cruzadas: El ciclo. #3 COMPLETA. +18. BORRADORWhere stories live. Discover now