Muchas cosas han sucedido en la vida de los Morgan, pero la aventura no termina. Su historia está por enfrentar el comienzo de un nuevo siglo y los cambios que vienen con él.
A los pies del siglo XX, la llegada de Marie está más presente que nunca...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
14 de marzo 1896. Saint Paul, Minnesota.
Katherina volvió al consultorio de Jimmie después de una semana de tormentas inesperadas y solo haber hablado por teléfono, primero en casa de Jian y luego en la suya, dado que ya no era necesario ocultárselo a su padre. Jimmie no había hecho comentarios al respecto por el teléfono, pero Katherina casi podía jurar que no le había agradado.
Cuando todos sus pacientes se marcharon, Jimmie cerró la puerta principal como de costumbre y la siguió hacia el consultorio donde podían estar a solas. Le sorprendió que sujetara su brazo para girarla y reclamara su boca como si hubiera pasado toda la semana ansiándola. Lo besó con la misma intensidad y sonrió.
—También te extrañe.
Él sonrió y la admiró de pies a cabeza antes de abrazarla.
—Se me hizo una semana eterna, espero que el clima mejore para que podamos vernos más seguido.
—Espero que sí, pero cómo has estado. ¿Muchos pacientes?
—Algunos, pero tú siempre serás mi favorita —. Se rio y sus mejillas enrojecieron cuando él las pellizco—. Ven, toma asiento. ¿Tú como has estado?
—Bastante bien, yo...eh...Hablé con papá sobre esto.
—Lo supuse cuando me permitiste llamar a tu casa. Imagino no le agrado mucho.
—Él no cree que seas honesto con tus sentimientos hacia mí.
—¿Tú me crees? —era todo lo que le importaba saber, pero ella se encogió de hombros—. No lo culpo, sé que no me veo muy confiable con lo que he hecho, pero lo que haga falta para ganarme su confianza lo haré.
—¿De verdad? —. Jimmie asintió—. Tal vez...No lo sé, papá puede ser difícil con estas cosas.
—No esperaría menos —. Dejó la silla y trajo una jarra de la cocina, donde había preparado algo de café para recibirla—. ¿Se molestó contigo cuando le dijiste?
—Bueno, no le dije exactamente, él simplemente lo supo. Te dije que papá puede notar esas cosas, motivo por el cual Lizzie tuvo que pedirle permiso para poder estar con su pareja. Oh, sin azúcar, por favor. Gracias. En fin, como decía, cuando vino a buscarme el sábado que nos vimos, me miró y me preguntó con quién me había visto y yo no pude mentirle. No habría tenido sentido pues cuando a papá se le mete una idea en la cabeza es difícil sacársela. ¿Tienes galletas?
Jimmie sonrió, se levantó de nuevo para ir hacia la cocina y regresó con las galletas que a Katherina parecían gustarle demasiado.
—¿Pero se molestó?
—Sí, al comienzo, pero luego habló con mamá y se le pasó. Mamá siempre lo hace recapacitar, es muy bonito de verdad, es como si ella fuera su conexión con la realidad y su calmante. Papá nunca dura mucho tiempo enojado con mamá... —. Se detuvo cuando Jimmie tomó su mano y forzó una sonrisa—. ¿Estoy hablando mucho ¿no?
