Muchas cosas han sucedido en la vida de los Morgan, pero la aventura no termina. Su historia está por enfrentar el comienzo de un nuevo siglo y los cambios que vienen con él.
A los pies del siglo XX, la llegada de Marie está más presente que nunca...
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Jonathan se acarició la sien y suspiró sentado en su oficina.
Si Floyd no estaba con Adalynn entonces le debía una verdad disculpa, no lo veía todo rojo cuando se trataba de ella y nadie importaba. Su mente todavía tenía grabada la escena que había presenciado cuando la había encontrado de niña en Inglaterra y no podía permitir que ningún hombre volviera a hacerle daño. No le molestaría si alguno de sus hijos estuviera con ella, después de todo no eran hermanos de sangre y sabiendo que él los había educado, se sentiría más tranquilo confiándoles la tarea de cuidarla, pero...Lo que veía en Adalynn era diferente y temía que la estuvieran manipulando para ceder a cosas que tal vez no comprendía. Hasta donde él sabía, Adalynn era inocente e ingenua.
Decidió que probaría otra forma de aproximarse a Grayson después del gran fracaso que había sido con Floyd. Intimidar no funcionaba, solo los empujaba a levantar muros y distanciarse. Necesitaba arreglarlo con Floyd, pero había una cosa que era clara. Si alguno de sus hijos lastimaba a Adalynn, los mataría sin pensarlo dos veces...Pero al mismo tiempo, Jonathan sabía que ellos no eran capaces de lastimar a una mujer.
Pateó el tacho de basura que tenía debajo del escritorio y maldijo.
No entendía qué sucedía.
Una cosa era segura; Adalynn estaba durmiendo con alguien y Jonathan ponía la mano en el fuego cuando decía que era Floyd. Pero lo que no sabía era las circunstancias detrás de lo que hacían, tal vez...No era manipulación después de todo, pero le era imposible imaginar a Adalynn tomando la iniciativa en la situación. Algo de presión tendría que haberle puesto para que ella cediera ¿no?
Miró por la ventana y vio a Floyd en el campo, sentado en un banco junto a la tienda general disfrutando del sol. Tenía el libro de cuenta de la compañía sobre sus piernas para ir trabajando y fumaba un cigarro mientras hacía notas. Estaba concentrado y tranquilo, pero Jonathan sabía que había cruzado una línea con él.
Desvió la atención hacia la puerta cuando Grayson entró y le señaló el banco frente al escritorio para que se sentara.
—¿Tienes idea si hay algún hombre en la vida de Adalynn actualmente?
—¿Qué? No que yo sepa ¿por?
—¿Floyd alguna vez te habló de ella? —. Grayson frunció el ceño—. Son unidos, fueron a la Universidad juntos, seguramente te confía cosas, Gray.
—Sí, pero... ¿Sobre Ada? —. Jonathan asintió—. Todo lo que sé es que se preocupa por ella un montón, papá. Demasiado. Así que es imposible que él sea ese hombre.
No, no era imposible, solo le daba esperanzas de que quizás no la lastimaba, pero necesitaba la verdad y la quería en la cara. Las mentiras le enfermaban y su ansiedad no ayuda, lejos de pensar positivo su mente le llevaba hacia todo lo malo y negativo y construía escenarios que le producían nauseas.
