❈•≪06. Una invitación repentina≫•❈

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En su edificio, el tercer piso se encontraba casi desierto. En los últimos días transcurridos había visto como varios estudiantes abandonaban sus instalaciones con modestos bolsos en mano. La agitación juvenil que solía adornar las tardes por esos pasillos, disminuyó progresivamente hasta que un velo de quietud resaltó en cada rincón.

De alguna manera, el aburrimiento y la cotidianidad se vieron realzados a un extremo donde, si se estaba mucho tiempo inactivo, los detalles más insignificantes de la naturaleza llenarían el ambiente. La brisa que dejaba sutiles caricias en las hojas, los pájaros que cantaban temprano en la mañana o en algún punto indefinido de la tarde o algunos insectos incluso podían ser captados.

Aspectos tan comunes del día a día y que la mayoría solía ignorar. Sus rutinas apretadas tenían mayor relevancia y presencia en sus cabezas.

En su caso, lo hallaba pacífico cuando quería que lo fuera. Por ejemplo, en estos dos días que estuvo en su habitación encerrado y en un estado de reposo prolongado, se sintió encantado con esa tranquilidad. Su cuerpo pudo estar en sintonía con ella y los nudos de tensión acumulada que pasó por alto, se deshicieron como si no fueran nada.

Pero en otras ocasiones, si era demasiado consciente de ese silencio, la impaciencia emergía en su pecho en una avalancha nerviosa. Le gustaba holgazanear, pero si lo hacía en exceso un interruptor en su imaginario se activaba y transportaba su estado de ánimo al hartazgo. Nunca fue bueno para equilibrarse.

Y hoy era uno de esos días en los que quería tirarse por la ventana de su habitación a causa del hastío. Pero no cabía por ellas así que en su lugar, se dispuso a ordenar el sector que le correspondía de su dormitorio. Iba siendo hora. Pero para que la tarea tuviera dinámicas de algún tipo, encendió su portátil y puso música. El volumen a tope. Estaba solo y sin vecinos, las consideraciones y buenos modos eran cosa del pasado en esas circunstancias.

Pese a su determinación y energía, comenzó por las áreas pequeñas. Limpió su escritorio y tiró algunos bocetos viejos y que habían sido rechazados. Pasó un trapo como SeongHwa le aconsejó; que sea de algodón, es absorbente y cuidadoso con los materiales. Procura usar alcohol, es inofensivo y ayudará a un mejor resultado. De todas sus recomendaciones, se olvidó de conseguir un aerosol que sirviera contra las bacteria. A diferencia de su mejor amigo, él no era un amante cuidadoso del espacio que habitaba. Se esforzaba pero no a sus extremos.

Y cuando el inconfundible bajo de Too late resonó entre sus cuatro paredes, HongJoong arrancó las sábanas de su cama y olvidándose de la entonación o conceptos aún más básicos sobre el canto, gritó a la par de Mitchel Cave. Su melena en dos tonos se sacudió de un lado a otro hasta convertirse en un desastre. Antes de tirarlas a su canasto, fingió que su almohada era una guitarra por largos segundos.

Colocar un cambio nuevo sobre su cama le tomó dos minutos enteros. Porque en sus prioridades estuvo disfrutar el clímax de la canción. Y con esta tarea completada, se desplomó sobre la cómoda superficie con sus extremidades abiertas.

Impresionante que hacer el aseo estuviera entreteniéndole.

Fue al ritmo de Believer que su móvil sonó, avisándole de un nuevo mensaje. Pensó ignorarlo pero encontrándose tan cerca del aparato, se decidió por ojearlo. Como fuera alguno de sus padres, terminarían llamándole por su tardanza.

MG
¿Qué haces?

Recibido, 17:05.

Por defecto, sus cejas se alzaron. Ver quién resultó siendo el remitente le sorprendió genuinamente. No era una posibilidad que hubiera tenido en cuenta, ni siquiera en el futuro.

HongJoong
Perdiendo el tiempo conmigo mismo, ¿por qué?

Enviado, 17:09.

Summer nights - [MinJoong]Where stories live. Discover now