❈•≪14. Lluvia y anhelos concluidos≫•❈

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La venganza del moreno, como propiamente debía ser llamada, llegó en diversas formas para sorpresa del bajo. Sin embargo, todas ellas fueron similares en una cosa; lo infantil de su propósito. El cual era meterse con él. No había más. Quería sacudirlo y ponerlo de los nervios. Lo que consiguió de una forma sencilla al utilizar trucos comunes pero que aún así fueron factibles. Por nombrar un par de ellos, el tipo sino le mandaba enlaces que llevaban a páginas vacías, eran vídeos de canciones que no aparentaban ser sospechosos, hasta que de repente eran interrumpidos por un sonido estridente y una imagen terrorífica salida de la nada que lo hacía saltar de la impresión. O así había sido en las cuatro veces que cayó en la estúpida trampa.

Pero no se quedaba allí, en las ocasiones que se vieron, el sujeto le hacía repetir adrede sus comentarios o peticiones como si tuviera problemas auditivos. Que ambos sabían que no era el caso. El muy imbécil sólo estaba comportándose de manera irritante a un nivel exasperante. Pero nada de eso le debió asombrar en realidad, no cuando ya conocía al causante lo suficiente.

Y pese a su actitud ciertamente inmadura, se halló visitándolo en los siguientes días. De forma consecutiva y para ser más precisos todavía; ya era su tercera vez en el dormitorio impropio. Y en esta oportunidad, es ahí dónde estaba; dentro de la habitación compartida de Song MinGi. Tirado sobre toda la extensión de su colchón, más específicamente.

La primera impresión que se hizo del lugar, es que era increíblemente ordenado. Lo mantenía limpio, eso era notorio. Su cama estaba bien hecha, no había ropa desparramada a la vista y sus zapatillas estaban puestas donde no estorbaran. Alineadas con rigurosidad una junto a la otra. Lo mismo sucedía con los materiales en su escritorio personal, se encontraban organizados, aunque no eran muchos cabía señalar. Un par de libros que parecían ser de nutrición, otros que no podía identificar, un cuaderno de notas, una portátil, encima unos auriculares y varios de sus anillos. En un costado tenía múltiples gafas de sol, lentes de lectura y unos que le llamaron su atención por ser circulares, de cobertura dorada y muy bonitos además.

Fuera de esos detalles, no vio una decoración que resaltara, a grandes rasgos mantenía un espacio moderado y cuidado. Le asombró saberlo, ya que por su personalidad daba la sensación de ser alguien desentendido de su entorno. No a una gran escala tampoco, sólo lo suficiente como para distinguirlo, quizás. Pero esa percepción suya había sido errada.

—¿Sigues con tu juego?

Desentendiéndose de su móvil, miró en dirección a la puerta abierta, encontrándose con los ojos contrarios. El semblante del moreno era uno apacible mientras caminaba con lentitud, y para cuando lo alcanzó, no le importó tener que aplastarlo con su enorme cuerpo con tal de subirse a la cama. Parte de su amplio pecho entró en contacto con el suyo más pequeño, a su vez que, su brazo izquierdo fue a parar directo a su cintura, no la sostenía, simplemente descansaba allí. Por otro lado, su pierna se escabulló por entre medio de las suyas con absoluta confianza. Su posición era ahora cercana, por decir menos.

En el transcurso de esos días que estuvo viéndolo de manera frecuente, el contacto físico había ido progresivamente en aumento. En ambas partes y no se alejaban de caricias ocasionales y en su mayoría superficiales. Nunca duraban demasiado como para conocer las intenciones detrás, más allá de las obvias y de ser en general tentativas.

—Sí, ¿por qué?

—¿No dijiste que irías al distrito de Dongdaemun-gu para comprar?— preguntó en un tono bajo—. Ya son las cuatro.

—Lo sé, estaba por levantarme.

El peliazul asintió pero de todos modos se rió de su evidente mentira, estaba cómodo allí acostado y el tener que salir le generaba un absoluto desgano. No sólo eso, encontrándose así con el alto, la idea de procrastinar no le parecía tan mala. Es más, la prefería a tener que caminar.

Summer nights - [MinJoong]Where stories live. Discover now