8- Hora de ayudar.

4.7K 383 16
                                    

Maratón 2-4

Lia.

El jefe Jackson termina de revisar unas cosas del paciente mientas lo observo con atención.

Al parecer el paciente ya está bien, lo cual no sé si me hace sentir cómoda.

—Bueno, él estará bien en unos días. — comenta.

—¿y volverá a ese lugar?

El paciente fue internado en el hospital Carson a modo de condena, hace unos años por asesinar a su familia. El caso no se dió a conocer a la luz pública y no me dieron mucha información sobre el...

Solo sé que el estado consideró que era lo mejor.

—Exacto.

—¿Por qué curarlo si de todas maneras volverá a ese sitio? – cuestiono.

—Porque ese es nuestro trabajo, él hizo cosas cuestionables, pero nosotros no juzgamos, nosotros curamos. Y eso haremos con él. — declara con seguridad.

—¿y si hay gente que no merece ser curada? – rebato.

—¿Quién lo dice? Hizo cosas crueles, pero todo el que entra por esa puerta es porque necesita ayuda y no se le negara.

No respondo.

—Está bien que cuestiones, pero aquí no siempre llegan personas precisamente buenas, aun así, seguimos adelante, porque es parte del trabajo. No todo es lindo y no todo funciona como debería. No siempre encontrarás personas que a tu criterio merezcan ser curadas, pero, aun así, tendrás que hacerlo, no puedes jugar a ser Dios y a decidir quién merece sobrevivir y quién no. Eso no va en nosotros. Por muy feo que suene.

—Entiendo.

—Pero vas bien, Pérez. – él posa su mano en mi hombro, sé que no existe ningún tipo de segundas intenciones ante su tacto, pero por alguna razón me altera su cercanía.

Y no de mala manera precisamente...

No puede dejar que mi visión de la vida afecte mi interacción con los pacientes.

Aunque no siempre aplica, hay cosas que no sé si pueda dejar pasar.

Termino de entregar algunos informes y veo que oficialmente termino mi turno.

Estas semanas han sido bastante desgastantes, aunque por el lado positivo aprendí a valorar más mi cama y mi departamento.

Necesito dormir con urgencia.

Empujo la enorme puerta de madera y metal que da al interior de los vestidores solo para percatarme de cierta presencia pelirroja.

— Lía – ella al verme se asusta y se limpia las lágrimas con rapidez.

— ¿Qué pasa, Linzie? - me acerco con precaución.

— Nada, nada importante.

— Si te hace sentir mal es relevante.

Ella me mira a los ojos por primera vez desde que entre...

Sus ojos derrochan tristeza y desesperación.

La puerta se vuelve a ser atravesada por uno de los internos cuya existencia no es relevante.

— No quiero hablar aquí – dice.

— ¿quieres que te lleve a tu casa?

Ella lo piensa un momento.

— Supongo...

Al subir a mi auto ninguna sabe muy bien como comenzar la conversación.

—Amelia aprecio esto, pero no tienes razones para preocuparte.

HORA DE LA MUERTEWhere stories live. Discover now