20- Hora de enfrentar la realidad.

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Amelia.

¿Muerte? La muerte es tan extraña, puede llegar de repente, o puede que lleve años persiguiéndote, puede que sea rápida y sin dolor, o puede que lenta y que sea tan dolorosa que quieras arrancarte la piel.

Lo único seguro en la vida es que vas a morir, no es un misterio para nadie, muchos le tienen pavor a la idea de morir, pero están inevitable. Aún recuerdo que una amiga de mi padre solía decir: estoy tan segura de eso como de que todos vamos a morir.

También recuerdo del pavor que me generaba la idea de morir o de que alguien cercano a mí lo hiciera, a esa lista se sumó el miedo de perder un paciente. Todos los doctores cuando entrar a su internado saben que alguien morirá bajo su cargo, todos están a la espera. Pero jamás entiendes el dolor y la desesperación de perder un paciente hasta que lo vives por ti mismo.

— ¿Hora de la muerta?— escucho preguntar Camilo, pero su voz se escucha tan lejana, tan ida, como si estuviera a miles de kilómetros.

Ella no...

Ella no podía estar muerta...

Esto es...

Solo me fui unos segundos...

Muchas voces sé escuchan a mi alrededor, pero no puedo descifrar lo que dicen, solo puedo ver fijamente su cuerpo sin vida.

Le fallé...

Y le fallé a su familia.

— Amelia— gritan trayéndome devuelta a la realidad, doy un respingón, al parecer el que me grito mi nombre fue Camilo, quien me mira con preocupación— Pérez...— siento mis mejillas húmedas, creo que por ¿lágrimas?

—Yo...- empiezo, un nudo ser forma en mi garganta haciéndome imposible hablar, mi visión se nubla, y lágrimas gruesas ruedan por mis mejillas — fue mi culpa— susurro sin aire.

—No le fue— intenta calmarme— La señora Marta ya estaba muy enferma, no estaba a nuestro alcance.

—Claro que sí— me quejo. Mi corazón late a mil por hora, mi respiración faya, necesito aire...

¡Necesito aire!

—Pérez, necesitaba un trasplante, eso no está a nuestro alcance.

—Me pude haber dado cuenta antes— él suspira pesadamente.

—Harves— lo llaman.

—Ve al baño, lávate la cara, y cuando me desocupe hablamos, ¿sí? Y yo hablaré con la familia— él se va sin esperar respuesta.

¿Quizás si hubiera hecho algo ella hubiera estado bien?

No sé cómo pero salgo de la habitación.

Camino torpemente a la entrada principal del hospital, el aire frío de la noche me recibe, en el camino me gané una cuantas miradas extrañas ya que en ningún momento he dejado de llorar.

¿Qué pude haber hecho?

Levanto la mirada para encontrarme con la luna...

La luna es tan hermosa...

Siempre me he amado la luna, lo tranquila que se ve, siempre me ha dado paz.

Sin poder evitarlo, un grito de frustración salió de lo más profundo de garganta. El grito fue tan fuerte que hace que mi garganta arda.

Doy unas cuantas arcadas en busca de aire. Mi monitor suena segundos después trayendome devuelta a la realidad.

Me necesitan.

Limpio mis lágrimas con brusquedad mientras me doy la vuelta dispuesta a volver a entrar, pero me encuentro de frente con alguien.

—Perdón yo...-susurro con la cabeza agachada.

HORA DE LA MUERTEWhere stories live. Discover now