Olor a neumático quemado, la histeria de la gente, motos rugiendo.......Todo por y para el Rey de las carreras de Clock Street, Emilio Osorio ó más conocido por Salvaje.
Una historia de dolor, pasión, amor, desamor mezclado con la ilegalidad, la ad...
Emilio había comenzado a desayunar y Joaquín ya se estaba preparando para irse. Era domingo y tenía que ir a casa a estudiar los exámenes de la semana que viene y si perdía un minuto más con el rizado se iba a arrepentir. Emilio seguía desayunando tan sólo con un bóxer mientras admiraba a su novio buscar sus prendas esparcidas por toda la estancia.
- Emilio podrías darte un poco de prisa, tengo que llegar a casa inmediatamente - se quejó el castaño
- Ya voy princesa, deja que encuentre mi ropa
- ¿Acabas de llamarme princesa? - se ofendió colocando un dedo en su pecho
- Si
No sabía si reírse allí mismo ó comenzar a decirle una sarta de insultos por llamarlo de esa manera. Tampoco le parecía molesto, pero su orgullo le obligaba a quejarse.
En cuánto Emilio estaba vestido y listo para irse, ambos se montaron en su Porsche Cayman y salieron del lugar. Llegaron en unos aproximados 20 minutos porque Emilio había parado a repostar y porque no a comprar una caja de condones, ya que si seguían a éste paso darían con todos los condones de la ciudad. Nada más llegar Joaquín se bajó del auto sin decirle nada a Emilio, pero antes de que pudiese alejarse, el rizado ya lo estaba sosteniendo por la cintura pegándolo a su cuerpo.
- ¿Alguna vez te dijeron que por las mañanas no tienes muy buen humor? - le susurró al oído
- Quizás alguien hace que me ponga así
- Aún enfadado me pareces irresistible pequeño - le provocó una sonrisa al menor
- Eres todo un galán Osorio, pero tus armas no siempre funcionarán conmigo
- Bueno entonces trataré de mejorarlas
Ambos rieron y juntaron sus labios en un tierno beso, nada de toqueteos, nada de lengua, un beso en el que se podía sentir el amor que se tenían hasta que Emilio deslizó su lengua tímidamente entre sus labios pidiendo permiso. Joaquín se lo concedió y el beso se intensificó un poco, pero no mucho más. Sólo sus labios y sus lenguas haciendo la mezcla perfecta.
- Nunca me cansaré de tus besos - murmuro Emilio - Eres el mejor besador del mundo ¿sabías?
- Vale, quieto, para - río Joaquín - Demasiado acaramelado estás hoy
- Si es verdad, perdona
- Eh - le agarró las mejillas - Nunca dije que no me gustase - Emilio le dió un tímido pico
- Te dejo ya para que te vayas
- Está bien, ya nos veremos Emilio
- Claro, te llamaré
Emilio sintió que su relación no iba demasiado bien y era obvio, habían pasado por unos momentos un tanto tensos, incluso Joaquín le dijo que lo dejaba, pero después de lo de ayer esperaba que su relación volviese a tomar el camino correcto.
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