Olor a neumático quemado, la histeria de la gente, motos rugiendo.......Todo por y para el Rey de las carreras de Clock Street, Emilio Osorio ó más conocido por Salvaje.
Una historia de dolor, pasión, amor, desamor mezclado con la ilegalidad, la ad...
Seguían pasando las horas, en vano. Nadie sabía nada, nadie sospechaba nada, simplemente todo era incierto. Emilio no hacía otra cosa que estar nervioso, ésta situación le estaba llevando al límite de sus fuerzas, estaba comenzando a asimilar que quizás había perdido a Joaquín para siempre. Arath le dijo que lo último que se pierde es la esperanza, pero ¿qué le queda sin Joaquín? Él es su única esperanza. Cuándo pasaron unas horas Eduardo decidió que debía contarle a su amigo lo que le había estado ocultando durante algunas semanas, así que lo agarró del hombro, le dió un abrazo y lo llevó a la cocina junto a Niko.
- Creo que debemos contarte algo hermano
- ¿Qué tienes que contarme Eduardo?
- No te lo dije para no preocuparte, pero no pensé que ésta situación llegaría tan lejos - habló Niko
- ¿De qué cojones estás hablando?
- ¿Te acuerdas aquella mañana en el banco? - Emilio asintió - Aquella mañana Joaquín no estaba sólo dentro del banco
- ¿¡Vas a hablar ya ó tengo que partirte la puta boca!?
- Hermano por favor, ésto es tan difícil para él cómo para tí - intentó tranquilizar Eduardo
- Bien - suspiró el rubio - Aquella mañana cuándo Joaquín salió nervioso del banco no te contó la verdad
- ¿Qué verdad? Por el amor de Dios, ¡habla ya! - dijo el pleno llanto
- Esa mañana en el banco estaba tu padre Emilio
- ¿Qué? No, ¿de qué hablas? - dijo asustado
- Creo que tu padre puede estar detrás de todo ésto Emilio
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Las horas pasaban muertas, lentas, silenciosas y oscuras. Nadie le decía nada, nadie le daba un plato de comida ni un mísero vaso de agua. Joaquín sentía que estaba a punto de morir. Se sentía frágil, indefenso y bien jodido. No tenía ni la menor idea de porqué Juan estaba haciendo todo eso. Joaquín siempre se había mantenido al margen de los problemas de aquella familia, de hecho, desde que está con Emilio nunca ha pisado su casa, nunca se ha dirigido a él y mucho menos nunca han mantenido una conversación. Desde que Emilio salió del hospital todo ha sido un cúmulo de imprevistos, cada día ocurría una cosa nueva y totalmente distinta a la que ocurría ayer.
Joaquín se sentía aún mareado por el efecto de la droga, sólo necesitaba un plato de comida, aunque ya sabía que no le iban a dar ningún lujo y posiblemente le torturarían, pero ¿Porqué? ¿Qué quiere el padre de Emilio que no pueda conseguir hablando con su hijo? Obviamente, nada, qué estupidez, Emilio nunca le daría nada a su padre y mucho menos algo que su padre necesitase.
Unos minutos después aquella puerta que daba a un foco segador de luz volvió a abrirse, ésta vez entró un hombre que no era el padre de Emilio sosteniendo en su mano derecha una pequeña bandeja, se la dejó al lado y se dispuso a salir
