Olor a neumático quemado, la histeria de la gente, motos rugiendo.......Todo por y para el Rey de las carreras de Clock Street, Emilio Osorio ó más conocido por Salvaje.
Una historia de dolor, pasión, amor, desamor mezclado con la ilegalidad, la ad...
Sólo le quedaba la última carrera de la noche. El rizado salía de su vehículo con una sonrisa victoriosa en su rostro. Su mejor amigo fué hasta él y lo sujetó del hombro mientras le susurraba al oído, que era el mejor, sonriendo. El rizado lo abrazó mientras reían y poco a poco se escapan de la multitud que se había formado a su alrededor para darle la enhorabuena a Emilio.
Pero éste sólo quería ir con sus amigos y con su marido, a tomar unas cervezas y a concentrarse para su última carrera. Su hermana se encontraba un poco alejada de la multitud preparada para felicitarle por su carrera.
- Gracias hermanita
- Por mucho que pase, siempre serás el mejor - ésta vez felicitó Emir
- Es hora de unas cervezas bien fresquitas - anunció el pelinegro
Los 3 rieron y procedieron a acercarse dónde el resto que ya habían empezado a beber. El rubio se acercó corriendo a dónde el rizado para abrazarlo.
- Enhorabuena, Emilio
- Gracias Ni - Emilio buscó a Joaquín con la mirada, pero no había rastro de él - Oye - dijo volviendo la mirada al rubio - ¿Dónde está Joaquín?
- Pensé que había ido a primera línea a esperarte. Estaba aquí hace 5 minutos - el rizado comenzaba a enfadarse
- ¡Romina! - la llamó gritando, dirigiéndose hacía ella - ¿Dónde está Joaquín? ¡Nunca te separas de él!
- Dijo que iba a esperarte
- Emir, dime que tú lo has visto
- Me dijo lo mismo hermano
El rizado comenzó a impacientarse, no le había parecido ver a Joaquín al salir del auto y si éste le hubiese visto tenía completamente claro que se habría dirigido a dónde él, pero nadie lo hizo más que Eduardo.
- Tío tranquilo, igual ha ido a mear. Sabes que los baños portátiles están lejos
- ¿Y lo dejan ir sólo?
- Joaquín sabe cuidarse por sí mismo - dijo Eduardo
- ¿Te recuerdo lo que pasó la última vez que se quedó sólo?
- Cariño - dijo Romiba - Tu padre... Nuestro padre - corrigió - Está en la cárcel
- ¿Y qué me dices del tío que intentó atropellarme? Trabajaba para él ¿y qué pasa si ese cabrón sigue haciendo su juego sucio desde la cárcel? - se alteró
- Salvaje - llamó una aficionada
- ¿Qué? - bramó el rizado asustando a todos incluyendo a la chica
- Es hora de tu última carrera - dijo asustada y se marchó corriendo
- Mierda - espetó - Tengo que ir, encuentren a Joaquín. Moved cielo y tierra, lo quiero en mis brazos cuándo la carrera acabe - mandó
Emilio se marchó y de pronto todos comenzaron a reír, el rizado no tenía ni la menor idea de lo que estaba a punto de ocurrir.
Emilio se acercó a dónde había dejado su auto y se dirigió hacía el próximo punto de salida. Dentro del auto Emilio estaba desesperado, lo último que le apetecía en esos instantes era correr una carrera, pero era su deber, ya que si no se presentaba a alguna carrera perdía su título de salvaje automáticamente. Por un momento había pensado en mandar a la mierda su título, pero su madre siempre le dijo que tenía que pensar primero en él y después en el resto. Escuchó el rugido del motor de un suto acercándose así que supuso que ese iba a ser su contrincante. Agitó su cabeza borrando todos sus pensamientos y agarró el volante preparándose para ganar. Pronto, sintió cómo una chica pasaba entre los dos coches y se colocaba delante de ellos.
- Salvaje - esa voz
Emilio giró su cabeza mirando hacía el auto que estaba a la par que el suyo y dentro del auto lo encontró. Ahí estaba, sonriente, agarrando el volante, viéndose seguro de sí mismo.
- ¿Joaquín? - balbuceó el rizado
- Espero que estés preparado porque te voy a dar una paliza Osorio - el ojimiel sonrió
- ¿Qué estás haciendo? - dijo sonriente Emilio
- ¿No lo ves? Voy a competir contra tí y te voy a ganar
- Joaquín no sabes conducir - rió el rizado
- Si tan claro tienes que voy a perder entonces intenta hacerlo mejor que yo - dijo Joaquín despegando su mirada
El rizado rió, la mayoría de las carreras le parecían sencillas, pero desde luego que ésta iba a ser la más fácil. Intentaría hacerlo mal, ya que no quería dejar en ridículo a su marido, pero, en fin, una carrera era una carrera y tenía por seguro que iba a ganar. La chica dió la salida y ambos autos salieron a la par de la línea de salida. Joaquín estaba nervioso, estaba haciendo esa locura porque le apetecía y porque hacía tiempo le pidió a Eduardo que le diese unas clases de conducir, ya que siempre que iba a Clock era para ver a Emilio correr, pero él nunca realizaba una carrera, así que no había mejor momento para correr que en una carrera con su marido. Mientras tanto Emilio estaba demasiado confiado, de reojo miraba a su marido que parecía nervioso, pero a la vez tenía la situación más que controlada. Emilio esperaba que en la salida Joaquín quemase el motor, pero no lo hizo, salió incluso mejor que otros autos. Sin esperarlo observó cómo el auto de Joaquín se adelantaba bastante y dejaba a Emilio por detrás, así que aceleró, pero no lo conseguía adelantar. Tenía que ganar, no podía perder, pero le era imposible. Quedaban apenas unos escasos metros para la meta y Emilio no lo logró, el primero en cruzar la meta fué Joaquín. Frenó su auto y salió de él algo cabizbajo mientras veía cómo todos celebraban el triunfo de Joaquín. Se acercó a él y le tendió la mano.
- Has ganado, el título pasa a ser tuyo
- No quiero tu título - Joaquín se colgó de su cuello - Sólo quería correr contra tí.
- Pero es una carrera oficial
- No cariño, la carrera no está en el plan de ésta noche
- Dios Joaquín - se restregó los ojos - Aun así, me daba igual, si tú tenías el título iba a estar en las mejores manos
- No hay nadie mejor que tú para ser Salvaje, eres el único que puede vencer a quién se te ponga por delante... Bueno, menos a mí - ambos rieron
El rizado se alejó de él dejando que todo el mundo lo felicitase. Desde lejos vió cómo el pequeño reía y gritaba que había ganado y también veía cómo su grupo reía junto a él, definitivamente eso estaba planeado.
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