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Eduardo salió del hospital apresurado una vez que dejó a Emilio en compañía de su novio. Se sentía demasiado acelerado, ya que haber dejado ir sólo a Joaquín había sido un completo error. Del hospital a su casa hay mucho camino y de madrugada las calles son peligrosas. Solamente esperaba no encontrarse con un Joaquín indefenso y atemorizado.

Una vez delante de la puerta del domicilio, Osorio-Bondoni tocó el timbre y enseguida escuchó los pasos apresurados del menor. Joaquín abrió asomando tímidamente la cabeza. Por lo poco que vió de su cuerpo observó cómo una toalla larga envolvía su cuerpo.

- ¿Eduardo? ¿Qué haces aquí? - abrió completamente la puerta

- Te traigo la cena, ¡tachan! - dijo mostrando una bolsa en la que llevaba bastante cantidad de comida

- Oh, gracias de veras, pero no tengo hambre. Iba a acostarme ahora

- Venga hombre que aún es pronto - dijo entrando finalmente en la casa

- Eduardo por favor, sólo quiero dormir

- Ya, pero eres el marido de mi mejor amigo y mi deber es estar en éstos momentos contigo

Finalmente, no hubo manera de echar a Eduardo de casa así que acepto su compañía. Subió al cuarto a cambiarse y ponerse un pijama de Emilio y cómo intuyó que Eduardo se quedaría toda la noche le sacó otro pijama del rizado y se lo ofreció. Él aceptó gustoso, pero en ese instante Joaquín se arrepintió. El pijama dejaba un fuerte aroma a su marido y verlo en su acompañante ahora mismo no había sido lo más correcto.

Durante la cena compartieron risas, anécdotas, unos platos muy apetitosos y un vino dulce. Después de cenar Eduardo recogió todo, ya que al pequeño le había subido un poco el alcohol, así que decidió dejarlo en el sofá mientras él recogía todo. Cuándo volvió al salón lo vió acurrucado en el sofá junto a una manta enorme. En realidad el pijama que llevaba puesto también era muy grande e intuyó que se trataba de uno de Emilio. Le pareció tierno así que al acabar se sentó a su lado arropándolo con la manta.

En el momento en el que se sentó a su lado, Joaquín se removió arrimándose a él y pasando un brazo por el torso del ojiazul. Éste esbozó una sonrisa y lo envolvió con su brazo derecho juntándolo más a él.

A la mañana siguiente Joaquín se removió en su lugar restregando sus ojos por culpa de la fuerte iluminación que entraba por la puerta cristalizada del pequeño jardín. Al girar la cabeza y no ver al rizado se asustó, pero una pequeña sonrisa se asomó en su boca al ver a Eduardo sentado dormido con la boca abierta. Pero enseguida agitó su cabeza eliminando esa sonrisa que le había salido. Rápidamente, se levantó del sofá viendo cómo se removía el pelinegro al notar la ausencia de Joaquín. Fué a la cocina a prepararse el desayuno y ahí aprovechó para llamar a su marido.

- Buenos días mi amor - saludó

- Hola Emilio - sonrió dulcemente

- ¿Cómo estás? ¿Cenaste bien con Eduardo?

- ¿Cómo sabes que estuve con él?

- Yo le pedí que fuese a hacerte compañía

- Oh, ¿no vino él voluntariamente? - sonó decepcionado

- Sí, no le importó, pero yo le pedí que me hiciese el favor

- Está bien, bueno de todas maneras no necesito a nadie, así que gracias

- ¿Y esa respuesta? ¿Vá todo bien?

- Simplemente, creí que Eduardo no vino mandado por nadie - esa respuesta le pilló por sorpresa a Emilio

Clock Street // Adaptación Emiliaco // 1° y 2° Temporada Donde viven las historias. Descúbrelo ahora