Capítulo II

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No podía negar que estaba emocionado y que la sangre me corría caliente por las venas, desde que había sabido que Gulf estaba en la manada de Yin, no había dejado de luchar para acercarme a ellos, que el alfa de la manada estuviera en coma, después de un ataque vivido hace unos meses, sólo me había dado la posibilidad de conseguir lo que deseaba, mas cuando los cazadores habían aumentado, poniendo en riesgo a todos los cambia formas del sur, por ello habíamos decidido hacer alianzas y protegernos entre todos.

-Deberías quitar esa mueca idiota de tu cara, dijo mi amigo Tul con una sonrisa - ¿De verdad quieres quedarte aquí?, la mansión de War es mucho más grande y elegante.

-Estoy bien aquí Tul, dije mirando que estaba alejado del bullicio y que tenía toda la arboleda y naturaleza para mí -Puedes quedarte en la mansión si gustas, no necesito niñero.

-Sabes que me quedaré contigo, soy tu maldito beta, dijo golpeándome con el hombro - ¿Por qué estamos aquí Mew?

-Para proteger a los gatos de los cazadores, sabes que los humanos nos están cazando a todos por igual, gatos, lobos y osos, nadie se salva, dije mirando a lo lejos y viendo como mis hombres bajaban las cosas de las camionetas -Es injusto dejar a los felinos solos, cuando su alfa está en coma.

-Aparte de ser tu beta soy tu amigo Mew, no insultes mi inteligencia, si no me quieres contar es mejor que guardes silencio, dijo sentándose a mi lado y suspirando -No me mientas descaradamente.

-Sabes porque estamos aquí, dije sabiendo que Tul no tenía un pelo de tonto en su cuerpo -No me hagas decírtelo.

-Sólo quería saber que cruzaste la mitad del estado, te infiltraste en un lugar de felinos y estarás prestando servicios a los mininos que tanto destetabas, sólo por un hombre, dijo sin un atisbo de reclamo o enojo -Iré a comer a casa de War.

Sin contestar lo vi salir y sonreí, Tul podía tener muchos defectos, pero era un gran amigo y eso no cambiaría jamás, motivado por saber que estaba en el mismo lugar que Gulf, salí a recorrer, disfrutando del hogar del que había sido el amor de mi vida.

Mi amado y adorado Gulf, al que había perdido por mis estupideces y por confiar en las personas equivocadas, aun podía recordar la primera vez que lo vi, el sol pegaba de lleno en su cuerpo, haciéndolo ver vibrante, vivo y hermoso, su cabello suelto y desordenado era brillante, negro y a leguas se veía que era sedoso y sus ojos eran dos luceros color chocolate.

Divino, esa fue la palabra que se me vino a la cabeza cuando lo conocí y aumentó considerablemente cuando pude acercarme a él, si tan sólo no hubiera sido tan ingenuo, podría haber seguido disfrutando de sus sonrisas eternas, caricias suaves y besos dulces.

Pero como no podía seguir lamentándome, golpeé las palmas en mis muslos y decidí seguir caminando, disfrutando del hermoso entorno que tenían los felinos a su disposición, cuando estaba llegando cerca del perímetro de resguardo, uno de sus centinelas se acercó a mi lado, dejando en evidencia lo mala que era la seguridad de este lugar, había atravesado la mitad de la reserva y recién llegaban a mi lado.

- ¿No puede seguir avanzando señor?, dijo con suavidad, pero muy seguro -Está llegando al final de nuestra reserva, unos metros mas allá está nuestro centro de resguardo y la casa de nuestro sanador.

- ¿Por qué su sanador está tan alejado del centro de la reserva?, dije sin entender ¿por qué no le tenían a la mano, si lo necesitaban?, en mi manada el sanador vivía en la mansión principal.

-Es su decisión vivir aquí, además de que es mas seguro, dijo sin entrar en mayores detalles -Nuestro sol de manada solicita su presencia en la mansión, ha hecho una cena en su honor.

MiloWhere stories live. Discover now