Capítulo XIV

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Llegué a las barracas de la manada y vi a dos de los traidores que habíamos logrado cazar, estaban claramente lastimados y con deseos de morir, pero no sería tan fácil, no los dejaría morir hasta que me entregaran a mi padre.

- ¿Han dicho algo?, dijo viendo como Tul se limpiaba las manos y estiraba los músculos.

-Nada Mew, están tan cerrados como una almeja, dijo con cansancio y enojo, claramente los últimos días habían sido difíciles.

-Trae matalobos, dije mirando a los hombres, descubriendo que pese a lo lastimados que estaban, aun no estaban quebrados, pero eso no dudaría mucho tiempo, cuando mi beta salió, me senté frente a los presos e hice sonar los dedos –Estoy cansado y me han hecho perder mucho tiempo, así que tienen unos 15 minutos antes de que Tul vuelca con matalobos, el cual inyectaré directamente en su torrente sanguíneo.

-No puedes usar acónito, no nos asustarás, dijo Zac con tanta confianza que me hizo apretar los puños y morder mi encía, sin embargo, no dejé que esto se filtrara en mi rostro –No diremos nada, ni traicionaremos a tu padre, él es la única salvación de esta manada.

-Está bien, a mi padre lo encontraré igual, solo demoraré más tiempo, pero eso tengo de sobra, dije golpeando los dedos en mi muslo, sabía que al menos estaba haciendo mella en la mente de uno de ellos, que de a poco había comenzado a mirar mis dedos y a temblar un poco, con satisfacción descubrí que al menos uno de ellos no era tan fuerte mentalmente.

Cuando llegó Tul con un frasco de matalobos suspiré, tomé una jeringa grande y la llené del líquido, con cuidado que no cayera en mis dedos lo maniobré, sabiendo que Zac era más fuerte mentalmente que Eros, me acerqué a él y después de extender su brazo le inyecté el acónito, con satisfacción vi como el hombre se retorcía de dolor y soltaba alaridos que eran capaces de parar los pelos de cualquiera que los oyera.

De pronto el olor a orina invadió el ambiente y descubrí que Eros estaba tan asustado que se había orinado encima, lo dejaría ver a su compañero retorcerse un par de horas, para que cuando volviera estuviera más dispuesto a hablar.

Sin decir nada cerré la puerta y me afirmé en ella - ¿Por qué inyectaste al más fuerte de los dos?, dijo Tul a mi lado, mientras sacaba un cigarrillo y lo prendía.

-Eros estaba cagado de miedo de antes, solo torturo a su compañero, para que sepa lo que le tocará a él en poco tiempo más, dije viendo como mi amigo tomaba una fuerte calada de su cigarrillo y suspiraba –La mente es más fuerte que el cuerpo, de seguro ver como Zac se retuerce, gime y convulsiona a su lado, hará que lo que Eros creé que dolerá, sea mucho más severo de lo que ocurre en la práctica.

Luego de dos cigarrillos y una corta conversación, volví a entrar al cuarto –Muy bien Eros, última oportunidad, ¿dónde están los demás traidores?, dije sentándome frente a él y tomando otra jeringa con matalobos - ¿Dónde está mi padre?

-Lo último que supe fue que estaban cerca de la reserva de los osos, dijo con la voz ahogada en llanto y expidiendo por cada poro de su cuerpo olor a miedo –Pero de seguro ya no están ahí.

- ¿Cuáles son sus planes?, dije sabiendo que era probable que hubieran huido, aunque no les debe haber sido fácil, no cuando tenía a mis centinelas resguardando y vigilando el sector colindante.

-Si te lo digo ellos me matarán, dijo temblando con fuerza en la silla y mordiendo su labio.

-Creo que no has entendido las cosas Eros, estás muerto pase lo que pase, la única diferencia es que, si me dices lo que quiero, será rápido y no se extenderá a los otros miembros de tu familia, dije viendo como abría los ojos asustados y llenos de lágrimas al darse cuenta que su querida familia estaba en riesgo - ¿Cómo haremos esto?

MiloWhere stories live. Discover now