Capitulo 7

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Hollydence

Unos de los mejores despertares en toda mi vida, es cuando amanezco con un cuerpecito pequeñito encima de mi, que me abraza fuerte como si creyera que me voy a ir.

Su cabecita reposa en mi pecho y lo miro babearme la pijama.

Es inevitable no sonreír ante aquella imagen. Jamás creí estar alguna vez en esta posición.

Ser mamá es algo que me ha hecho replantearme muchas cosas, cómo por ejemplo, algo que no logro entender es como mis padres pudieron pasar toda mi vida lejos.

Es algo que ahora no logro dimensionar, el cariño que le tengo a mi bebé es algo que a veces siento que se saldrá del pecho, cuando paso más de dos horas sin él, estoy carcomiendome por dentro, buscando la manera de no llegar luego de que se quede dormido.

Me río cuando comienza a estirarse sobre mi y abre de a poco sus ojitos.

—Buen día mami —me saluda y sonríe como si fuera lo más lindo que ha visto.

—¿Cómo estamos el día de hoy, pequeño campeón? —le pregunto a la vez que comienzo a hacerle cosquillas.

Ríe a carcajadas y se revuelva en el mismo sitio.

—¡Mami! —su risita inunda mis oídos.

Dejo de hacerlo cuando veo que su carita se coloca roja y se trepa encima de mi, abrazándome fuerte.

—Ti amo mami. 

—Yo a ti no, pequeña peste — lo tomo en brazos y me lo llevo a la cocina.

Sigue riéndose y le doy besos por toda su carita.

—¿Me haches pancakes? —hace un puchero.

—Nop —remarco la p.

—Pofavorcito —insiste y lo dejo sobre el taburete.

—No, cariño ya dije que solo sería una vez a la semana y solo sábado o domingo. 

Voy a buscar un cuenco, le echo yogurt y algo de cereal, saco una cuchara y la coloco en frente de él.

—¿Cómo se dice? —lo miro enarcando una ceja.

—Glachas.

—¿Kiwi? —le pregunto y me asiente eufóricamente.

Asiento y saco la fruta que necesitare para comenzar a pelarla, la corto en pequeños pedacitos y se la sirvo en su plato de superhéroes.

—¿El tío Zac? —me pregunta con la boca llena.

—Cariño...

—Lo lamento mami, Ta muy lico. —se lleva otra cucharada a la boca.

Comienzo a hacerme un par de tostadas y a calentar el agua para un té.

—Tu tío Zac, se marchó temprano a buscar trabajo. —le explico con calma.

—Pada no ser un vago —afirma sonriente.

Me río.

—¿De a dónde sacaste eso? —Unto mi pan ya listo con mantequilla.

—Lo escuché del abuelo —sonrie enseñando los dientes.

Sip, al tío Holden mi hijo lo llama abuelo.

El juego del destino #2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora