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—¿Quieres pasar?

—¿Quieres que pase?

—A esta hora mi cerebro no funciona bien con las preguntas tramposas, Bruno —me quejo.

Él se ríe.

Acaba de estacionarse en mi puerta y ambos estamos en su coche. No sé porqué lo invité a pasar, si soy honesta, pero sé que no fue por compromiso.

—Creí que estarías cansada.

—Puedo aguantar un poco más —digo, abriendo mi puerta. Él me sigue hasta la casa y ambos entramos a mi hogar, tras encender la luz —. ¿Quieres un café? —le pregunto, mientras me quito el abrigo.

Me siento más liviana, lo admito. No sé qué clase de efecto mágico tuvo haber dicho que no tres veces, pero me siento como si me hubiera quitado una piedra del zapato.

Lo veo hacer lo mismo que yo y seguirme a la cocina.

—¿Cómo te sientes? —cuestiona, tras decir que sí al café.

Me estiro hacia el estante para buscar el café antes de responder.

—Estoy bien.

—¿Cuál te asustó más? —por poco, el frasco de café se resbala de mis dedos, pero logro atraparlo —. ¿Alexis? Te hice una pregunta.

—Owen —admito a regañadientes.

Sé que Owen no me haría nada, pero en ese momento, no lo veía a él, sino a un hombre grande, alto y musculoso que podría hacerme daño.

—¿Tiene que ver con el pasado? —añade la pregunta con cautela.

—Tal vez —admito, sin ánimo de que este sea el último de conversación antes de irme a dormir —. ¿Podemos hablar de otra cosa?

—Está bien, ¿de qué quieres hablar?

—¿Puedo saber quién lo dijo? ¿Quién me expuso?

—Para empezar, nadie te expuso. Alguien planteó una problemática que debía ser resuelta —me corrige —, y no, no voy a decirte.

—¿Por qué no?

—Porque es algo que se habló en un grupo y no saldrá de ahí — y me sonríe —, se dice la información, no el informante.

—Se dice el chisme, no el chismoso.

—Alexis, qué feo que digas eso —me sonríe con humor, contradiciendo sus palabras —. No necesitas saber quién fue, deberías centrarte en el hecho de que diste un paso importante.

—¿Lo hice? —suspiro —. Lo hice.

Sonríe.

—Eso parece.

—Y... —carraspeo, mientras bato el café —. ¿Por qué haces esto?

—¿Tú por qué crees? —la silla en la que estaba sentado se mueve y sé que está de pie, detrás de mí.

—Porque quieres follarme —digo, en voz baja.

De acuerdo podría haber tenido un poco más de tacto, lo sé, pero ha quedado claro que Bruno quiere eso desde el día que nos abordamos mutuamente en el club hace dos años.

Se ríe.

—Si digo que sí, ¿eso te asustaría?

Trago saliva.

—No —respondo lentamente —, pero si esa es tu idea, quiero que te detengas —pido.

—Alexis... —se detiene cerca de mí, acorralándome contra la mesada donde están las tazas de café a las que debo añadirles agua.

Fuego | SEKS #5Donde viven las historias. Descúbrelo ahora