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Entro al enorme edificio y se siente más y más grande cada vez. Los techos altos, las voces que susurran cosas y las miradas curiosas me abruman y mis dedos aprietan la correa de Kaile, que está pegada a mí. La mano de Bruno se aferra a mi hombro mientras caminamos y veo a los tres abogados hablando con algunas personas que no conozco.

También veo amigos.

Me negué al inicio. Exponerme y saber que tantas personas iban a conocer lo que me había pasado me hizo sentir demasiado vulnerable, pero luego entendí que era una forma más de tener el contador a mi favor. Tenerlos aquí es poner otra barrera entre él y yo. Otro escupo para frenar al monstruo.

—Vamos, cielo —Bruno me anima a caminar cuando me detengo por un instante y llegamos a Isla, Killian y Andrei en pocos pasos.

—Hola —la mujer es la primera en darme una sonrisa de ánimo y rodearme con sus brazos —. ¿Cómo estás?

—Nerviosa —confieso.

Sostiene mis manos y aprieta mis dedos.

—Todo irá bien —me promete —. Estamos aquí para ti.

Killian me observa con expresión tranquila. Andrei tiene sus ojos verdes más calmados de lo usual y me ofrece una sonrisa suave.

Los miro a los tres, notando que, en sus estilos propios, llevan trajes. Killian va completamente de negro, de pies a cabeza. Andrei lleva una camisa blanca, con pantalones y saco azules. Isla lleva una camisa con botones dorados, de tela violeta y pantalones negros. El saco es del mismo color. Lleva zapatos de tacón que hacen juego con la camisa, que la hacen lucir un poco más alta.

—Estaremos en el costado izquierdo de la sala, Alexis —me explica Andrei —. Nosotros tres, contigo —detalla —. Tras nosotros, hay una barrera y luego las bancas para las personas que presencian el juicio —añade —. A la derecha estarán Victor y sus abogados, todos frente al juez.

Al principio creí que sería un juicio por jurado, pero no es así. Solo habrá un juez que decida el destino de Victor y el mío. Mi tranquilidad está en manos de un único hombre.

—Está bien —respondo finalmente.

—Kaile podrá comportarse, ¿verdad? —me pregunta Killian —. Pediremos que se quede contigo, si eso te ayuda a estar más tranquila.

Observo a la dálmata que se comporta con calma a mi alrededor.

—Sí, va a comportarse.

—Aunque nadie la culpará si intenta morder a alguien —dice Andrei, moviendo sus hombros —, yo la apoyaría.

Isla me sonríe levemente.

—Tenemos que entrar a la sala en unos minutos —dice —, será mejor que Bruno vaya a buscar un asiento junto con tus padres —me dice.

No me atrevo a corregirla y recordarle que solo Richard es mi padre, porque Beth se ha comportado como debería haberlo hecho Marisa.

—Está bien —susurro. Los tres se alejan un poco, revisando archivos, carpetas y sus teléfonos mientras me muevo con inquietud. La mano de Bruno encuentra la mía y lo miro, conteniendo todas las emociones que siento.

—Estarás bien —afirma y yo asiento, porque tengo que creérmelo —. Beth, tu padre y yo vamos a estar en la primera fila, justo detrás de ti —me promete, antes de inclinarse —, y tienes a Kaile contigo —mira brevemente a la dálmata antes de sonreirme.

—Todo irá bien —murmuro.

Me sonríe. Lo miro por varios segundos, grabándome su imagen en mi mente. Me acaricia la mejilla y se inclina más cerca.

Fuego | SEKS #5Donde viven las historias. Descúbrelo ahora