37

35.2K 3.6K 1.8K
                                    

Cuatro días.

Ya llevo cuatro días fuera del hospital y sigo sin salir de casa. Le escribí a Bruno pidiendo que no trajera a Kaile al día siguiente de estar de alta, porque necesito tomarme las cosas con calma.

Zaira está viviendo conmigo, prácticamente y debería tener algunos ratos libres así que, tras desayunar, le digo:

—Estaba pensando que podría quedarme sola esta noche.

—¿Por qué?

—Porque tienes una vida —señalo —, y porque debo intentar ser independiente de nuevo — explico —. Además, ya me siento muchísimo mejor —me señalo a mí misma, donde los moretones apenas se notan ya y las marcas en mi piel cicatrizan bien —, ¿qué opinas?

—Me agrada la idea de que quieras avanzar, pero no sé si es una buena idea que te quedes sola —me responde con calma.

—Quiero intentarlo, por favor —le pido.

Aprieta los labios.

—Si el psicólogo dice que sí, lo haremos. Sino, tendrás que soportarme esta noche.

Desde que salí del hospital, tengo sesiones con Albert todos los días y, aunque no he avanzado mucho en cuanto a los recuerdos, me sirve un poco desahogarme con él. Dijo que estaba bien si necesitaba mantener un poco de distancia con Bruno, porque para mi yo de ahora no es más que alguien que vagamente conozco y eso puede abrumarme.

Zaira me ayudó a decírselo, porque yo no pude. Me hubiera dolido ver la expresión que pone cada vez que le digo que no le recuerdo y Zai se lo dijo por mí.

—Llamaré a Albert, entonces —suspiro y le escribo un mensaje al psicólogo, explicándole que quiero estar sola. Mientras aguardo una respuesta, observo a Zaira —. ¿Renunciaste al hospital?

Frunce el ceño.

—¿Por qué crees eso?

—Me resulta extraño que te dieran vacaciones —digo, sin señalar que la conozco lo suficiente para saber que me mintió.

Está de espaldas a mí, poniendo más café en su taza cuando me responde:

—Me suspendieron por dos semanas —carraspea.

—¿Por qué?

Aprieta los labios, volteando hacia mí.

—La leyenda dice que me negué a atender a un abusador sexual y que confundí algunos medicamentos para el dolor con suero. Ups, mi error —dice, mirando al suelo y suspira —. Cuando te encontraron, te llevaron a mi hospital —dice —, pero también lo llevaron a él y... Tenía el rostro destrozado —me sonríe levemente —. Dijeron que estaba demasiado emocional como para atenderte a ti, porque nos conocemos, pero... el otro encargado de urgencias me envió con Victor.

—Zaira, ¿qué hiciste?

Pone los ojos en blanco, restándole importancia.

—Yo no fui la que más lo lastimó, te lo aseguro.

—¿De qué hablas?

—Nik le debía un favor a Bruno.

—¿Qué se supone que significa eso?

—¿Los nudillos de Bruno? —me recuerda —, ¿Contra quién crees que se desquitó?

No digo nada, pero la idea del bombero golpeando a mi padre me genera cosas en la boca del estómago. No sé si son náuseas o mariposas.

—Mi... Victor podría haberlo herido —suspiro.

—No, te lo aseguro —hace una mueca extraña —. Entonces, ¿quieres estar sola?

Fuego | SEKS #5Donde viven las historias. Descúbrelo ahora