14

37.3K 4K 2.3K
                                    

Advertencia de contenido sensible /mención de abuso en la infancia. 


Encontrar a Bruno me lleva varios minutos. Principalmente, porque hoy el club está bastante concurrido. Finalmente lo hallo; está en uno de los sofás, hablando con Dorian, que tiene a Cal sobre sus piernas. Ellos dos están hablando, mientras la estudiante de literatura está jugando con los botones de la camisa del hombre sádico, del mismo modo que yo juego con los de Bruno. Por un minuto, dudo. Quizás debería esperar a que terminen su conversación.

Eso planeo, pero Bruno me ve. Es como si tuviera un radar o una alerta que le señala dónde estoy, porque me mira directamente, le dice algo a Dorian y se pone de pie. Noto que el profesor le dice algo a Cal, que asiente levemente y se acurruca más sobre él, mientras el bombero camina hacia mí.

—Hola —le digo.

—Hola —repite —. ¿Ya hablaste con tus amigas?

—Andrei se llevó a Gemma y Demian estaba tras Lianna, así que no fue mi decisión, en realidad —explico.

Sonríe.

—Gemma no tenía permiso para estar allí, se escapó de ellos —me dice —. No creo que Lianna estuviera allí sin autorización, sin embargo.

—No lo sé —admito.

Estira el brazo y quita el cabello de mis hombros. La mirada del dueño del club sobre el collar es imitada por el bombero, pero tampoco dice nada. Deja sus dedos en mi nuca, casi de forma distraída, presionando los puntos de tensión. Sé que nos están mirando, sé que es extraño verme tan cerca de un hombre, especialmente uno como él, catalogado como sádico.

—¿Cómo te sientes?

—Bien —respondo con algo de confusión por la pregunta.

—¿Lo suficientemente bien como para intentar algo? —murmura, con una ceja ligeramente arqueada —. Yo creo que sí — añade, cuando no respondo y solo mantengo mis labios ligeramente separados, tratando de encontrar mi voz.

—Supongo —murmuro.

Sonríe solo un poco. Es una mueca torcida, como la que ponen los modelos en las propagandas de perfumes.

Deja caer su mano aunque, en realidad, la desliza por mi brazo, dejando un rastro de calor que hormiguea. Se detiene cuando llega a la mía y la toma, entrelazando mis dedos con los suyos. Se me acelera el pulso. Una parte de mí entra en pánico. La otra, me recuerda que es Bruno, que no me hará daño, que no me hará nada que no quiera, que solo haremos algo que yo le permito hacerme y esos pensamientos son los que contrarrestan la ansiedad inicial que me produce el hecho de que nos estemos moviendo.

Nos detenemos poco después y casi choco con su espalda, distraída. Se gira y me sonríe. No comprendo como pueden decir que es sádico cuando tiene una sonrisa tan bonita y sus brazos a mi alrededor se sienten tan bien cuando me rodea con ellos por la noche y sus palabras son tan dulces que...

—No me estás escuchando —se queja —, ni siquiera finges hacerlo.

—Lo siento.

—¿En qué pensabas?

—Cosas y ya.

—¿Qué tipo de cosas?

—La clase de cosas que se pueden pensar, ya sabes. Pensamientos pensables —respondo con nerviosismo.

Se ríe, haciendo que varias personas nos miren. La piel de mi rostro se pone roja y me convenzo de que estamos solos.

Me observa y, sin decir nada, sé que quiere que se lo diga. Resoplo, sin querer confesar mis pensamientos, pero lo hago, tratando de ser honesta con él. Siendo sincera, prefiero hablar de su sadismo antes que tocar otros temas que duelen más.

Fuego | SEKS #5Donde viven las historias. Descúbrelo ahora