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Bruno

Estoy distraído, lo admito. La visita de Alexis en el cuartel removió cosas en mí y centrarme en la escena frente a mí me resulta difícil, aunque nunca fue así. Siempre pude separar mis emociones del trabajo, pero hoy solo quiero encontrar una salida rápida a esto y regresar con ella, tras toda la distancia entre nosotros.

Me apresuro a organizar a mi equipo, dar instrucciones y controlar el fuego que amenaza con devorar la casa frente a mí. Lucas y Lena se quedan cerca, ordenando todo y siendo fundamentales en cubrir mis despistes.

Cuando todo está controlado, evaluamos la estructura. Ponemos vigas de soporte y tomamos algunas pertenencias que se pueden rescatar para la familia, antes de irnos.

—¿Estás bien? —Lucas, que conduce, me observa. Asiento en silencio —. Vi a Alexis en el cuartel —vuelvo a asentir —, parece...

—No lo digas —resoplo —, necesito pensar en otra cosa —murmuro.

Lena, tras nosotros, se ríe.

—No mientas, Bruno.

—Hablo en serio, Martins. Ni siquiera puedo centrarme en el trabajo y eso es peligroso para todos —señalo.

—Piensa que ella fue a ti —comenta en voz baja —, el otro día me dijiste que temías que tuviera miedo de ti, pero no creo que sea así —añade.

No le digo nada.

—La última semana fue una maldita locura, Bruno.

—No volverá a pasar —aseguro con tono solemne.

A pesar del breve respiro que tuve anoche —ver a Alexis tras todos estos días se sintió como tomar una bocanada de aire limpio tras oler azufre en un incendio —, todavía me siento agotado.

Esta semana ha sido llanamente una locura y, por mucho que intenté mantener mi distancia, no pude. Mi espalda me está pasando la cuenta por llevar varios días durmiendo en el coche.

—¿Cómo está Katia? Rosi quiere verla, pero no sé si es una buena idea —Lucas me habla a pocas calles del cuartel.

—Está con su padre —le explico —, está bien, dentro de las posibilidades. Hablé con ella hace unos días, lo está sobrellevando bien —carraspeo —, está contenida y con terapia.

—No puedo imaginar cómo se siente —suspira.

No digo nada, Lena tampoco y poco después estamos en el cuartel. A pesar de que quiero ir rápidamente a mi oficina y comprobar si Alexis realmente me esperó, descargo las cosas del camión, hasta que Lena me detiene.

—Vete.

—No me das órdenes, cabo.

—Te estoy haciendo un favor, comandante —me empuja hacia mi oficina como si no pudiera echarla de aquí o torturarla de algún modo y arquea una ceja —. No seas cobarde, Bruno.

—Vete a la mierda, Lena.

Bi siquiera se inmuta mientras camina con Lucas hacia el camión.

Tomando una bocanada de aire, voy hacia mi oficina, notando desde ya una figura masculina y la aprehensión me inunda. Olvidé por completo que el padre biológico de Alexis vendría aquí hoy para hablar.

Carraspeo, tras él. Alexis me nota y parece aliviarse, pero no entiendo por qué parece tan asustada de su jefe, cuando jamás lo vio como una amenaza.

—Bruno —menciona mi nombre mientras se acerca un poco a mí y observo a su padre.

Se suponía que hablaríamos sobre cómo decirle que el hijo de puta y ella no comparten sangre, un hecho que podría hacerla sentir mejor, pero, viendo su reacción, no sé qué tan buena idea sea.

Fuego | SEKS #5Donde viven las historias. Descúbrelo ahora