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Mención de abuso, maltrato y lenguaje referido a la violencia sexual. 

El día libre lo paso con mi hija. Nos quedamos en casa solas con Kaile y comemos frituras y dulces hasta reventar. Miramos sus películas favoritas y logro que mi mente no se desvíe a otra cosa más que ella excepto cuando me hace preguntas referidas al juicio.

Estoy trenzando su cabello cuando decide comenzar.

—Mami.

—Dime, cariño.

—¿Por qué el abogado malo dijo que mi tía Zai era musu...? No recuerdo la palabra.

—Musulmana —le aclaro —, porque es su religión, en lo que ella cree y hay personas que piensan que eso es malo.

—¿Por qué?

—Hubo personas que hicieron cosas malas diciendo que eran musulmanes y muchísimo creen que todos los musulmanes son así.

—Entiendo.

—Pero no lo son.

—Lo sé, mi tía no es mala —mira hacia el pasillo, donde Zaira está en el baño, tomando una ducha —. Mami.

—¿Qué, mi amor?

—¿Qué pasa con la tía Zai? Está triste.

—Ella está pasando por muchas cosas —le acaricio el cabello —, y está un poquito triste, así que podríamos preguntarle qué película quiere ver y darle muchos abrazos y chocolates para ayudarla a estar mejor.

Me sonríe.

—Está bien.

—Y Kaile puede quedarse con nosotras —le digo.

Mi hija me sonríe con entusiasmo y espera ansiosa a que Zai salga del baño. Cuando mi mejor amiga aparece, le salta encima.

—¿Qué sucede, renacuajo?

—Parecía que necesitabas un abrazo, tía Zai.

A la mujer se le llenan los ojos de lágrimas, pero no se quiebra. Espero que podamos quedarnos un rato solas cuando Katia duerma para poder hablar de todo lo que está pasando, porque es demasiado.

—Lo necesitaba, renacuajo. Gracias.

Las observo hasta que se separan y nos acomodamos las tres en el sofá para la segunda tanda de películas. Un rato después, Katia quiere dormir así que la arropó en su cama y regreso con mi mejor amiga.

—¿Quieres hablar? —le ofrezco.

—No estoy bien.

—No lo estás.

Suspira.

—Tienes razón, no estoy bien, pero lo estaré. Siempre lo supero.

Dejo mi mano sobre su hombro.

—¿Y si te preparo algo con chocolate?

Me sonríe.

—Deberíamos hablar sobre esto —señala mi mano donde descansa el anillo que me regaló Bruno.

—Me lo dio antes del juicio.

—¡Eso lo sé! ¿Fue una propuesta de algo?

—¡No! —me apresuro a decir —. Claro que no, él solo... tuvo un gesto.

Me analiza.

—Estoy segurisima de que Bruno estaba evaluando tu reacción.

—Si, claro. ¿Mi reacción a qué?

Fuego | SEKS #5Donde viven las historias. Descúbrelo ahora