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¿No les avisé que hoy había actualización doble?

Siento que este capítulo es un manotazo al alma. No es una caricia, es de esos sopapos que te reaniman. Lo amo y espero que ustedes también. <3


Busco las cosas en mi casa, me cambio la ropa y luego vamos al cuartel. Kaile es la primera en recibirnos, ladrando y moviendo su cola de aquí a allá, alegremente. Lucas y Lena están con dos tazas de café, con el logo del lugar y nos sonríen.

La paramédico se acerca.

—¿Tenemos una nueva incorporación en la unidad?

—No —Bruno le responde con brusquedad y yo frunzo el ceño, sin comprender —, y si comienzas a fastidiarme, te haré dar vueltas a la manzana hasta que me aburra.

—Eres un tirano asqueroso, Bruno —se queja —. Escupiré en tu café —le advierte y me mira —. ¿Tú quieres uno? Sin escupitajos, lo prometo.

—Estoy bien, gracias —le sonrío.

—Sí, Lena. ¿Por qué no te vas a hacer algo productivo?

La mujer masculla algo que no entiendo y se da la vuelta.

—¡Espero que te de un empacho!

—Ya me hartaste —se queja Bruno, antes de poner su mano en mi hombro y señalar su oficina.

—Podrías ser un poquito más amable con ella —sugiero.

—Ella dijo que escupiría en mi café —me recuerda —, ¿y yo debo ser más amable? —niego, guiándome hacia su oficina y señala el escritorio —. Ponte cómoda.

Kaile nos sigue, como si dejarla fuera de nuestra ecuación fuera imposible y se acomoda a mi lado, echada en el suelo.

—¿Hoy va a ser un día tranquilo?

—No tengo ni idea —admito y me doy cuenta de lo tonto que fue preguntar eso —, no puedo predecir si habrá o no accidentes, pero espero que lo sea —me sonríe y se acomoda al otro lado del escritorio, mientras yo enciendo el portatil. Adelanté bastante trabajo los últimos días, porque quería tener la próxima semana bastante más relajada para poder ultimar los detalles del cumpleaños de titi, así que no me queda mucho por hacer.

Tengo que entregar algunos documentos y pasar en limpio la declaración tributaria de una de las empresas de las que estoy a cargo.

Bruno no me dice nada y admito que no es incómodo trabajar con él alrededor, porque no me distrae. También tengo que confesar que mantenga a raya todas las cosas que usualmente hago, como hablar sola y en voz alta, como si eso me ayudara a pensar mejor.

—¿Cómo es que terminaste trabajando en esta empresa? —me pregunta, cuando me detengo por unos minutos a esperar a que la página tributaria carge, para poder enviar el informe.

—Había un programa de becas en la universidad, Lans y su socio querían contratar pasantes y Mathew me alentó a hacerlo, porque era una buena experiencia laboral —le digo —. Estaba en mi primer año y no creí que me aceptarían, pero tuve la reunión de trabajo con ambos y comencé con la pasantía —explico —. A los pocos meses, quedé embarazada y creí que iban a deshacerse de mí, especialmente porque eran... demasiadas cosas en mi vida, entre el trabajo, la universidad y un embarazo, pero decidieron que yo tenía potencial —suspiro —. Me gradué tres años después y, aunque ya tenía un mejor puesto de trabajo, me ofrecieron estar a cargo de los pasantes y de la contabilidad de dos empresas bastante importantes —digo —, y sigo allí.

Me observa.

—¿Y te gusta?

—No me quejo —admito —, y tengo la suerte de que mi jefe es bastante flexible y puedo acomodarme, cuando lo necesito.

Fuego | SEKS #5Donde viven las historias. Descúbrelo ahora