Capítulo 7

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Paty se lanzó al asiento del copiloto, se relajó entre el cuero y el aire que le daba justo a la cara

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Paty se lanzó al asiento del copiloto, se relajó entre el cuero y el aire que le daba justo a la cara. Suspiró solo para abrir los ojos y ver que Diego la veía con premura. Necesitaba saber qué había sucedido y cómo ella había reaccionado. Los hilos de Paty se habían empezado a mover desde el momento en que él había dado en la tecla correcta, lo sabía, pero estar a oscuras no era su estilo. Necesitaba saber cada detalle.

—¿No vas a arrancar? —preguntó Paty.

—No, hasta que me digas —lanzó.

—¿Si sabes que ella esta ahí afuera viéndonos con cara de idiota? —preguntó una vez más.

Diego se limitó a respirar. Encendió el auto y marchó de ahí tan rápido como pudo. En la cara de Paty solo había suficiencia.

—¿Ahora? —preguntó él.

—Esta incrédula, la muy tonta —Se rio ella—. De verás cree que quiero congeniar con ella porque te la estas tirando —Se mofó.

—Paty, limítate a los hechos —pidió él.

—Pues el hecho es que está sorprendida, irá a la fiesta lo veo en su carita de niña aburrida ¿Qué pasa contigo y las mojigatas? Natalia me parece mejor partido, francamente hasta me cae super bien —comentó.

El parloteo solo generaba dolor de cabeza en Diego. Se reprimió de mandarla a callar solo por esperar que dijera algo más relevante que su opinión.

—Me quitó el protagónico —dijo al final.

Lo que había captado el interés de él. La vio por el rabillo del ojo. Paty estaba enojada, aunque no solía sacar sus emociones de una forma tan extrovertida cuando se trataba de ira. No podía, debía controlarse tal como lo estaba haciendo.

—¿Estás bien? —preguntó Diego.

Quizás porque tenía tiempo sin verla que había olvidado que algunas preguntas eran mejor no hacerlas. Cuando ella giró cual mujer poseída, supo que debió callar.

—Lo siento.

—No sé cómo carajos hizo. Ni siquiera se presentó al casting y ¡Tanto que me maté en los ensayos! —rugió—. ¿Habrá comprado a la profesora? Imposible, la señora Evangeline es tan estricta y directa. Para ella no existe la calle del medio.

—¿Y le dieron el protagónico?

—¡Sí! —exclamó eufórica—. Tienes que averiguar qué hizo.

—Pat... sabes que eso no me interesa.

—Pero a mí sí, y si va a ir a mi fiesta por ti, mínimo necesito saber qué le dijo la señora Evangeline ¿Entendiste?

Diego resopló.

—Como quieras.

—Y hazme el favor de terminar de cogerla y luego botarla porque no la voy a estar salamereando todos los días por ti —reclamó.

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