Capítulo 18

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Lily miraba hacia atrás con el corazón galopando con fuerza dentro de ella

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Lily miraba hacia atrás con el corazón galopando con fuerza dentro de ella. Observaba más no veía nada más que los últimos minutos en los que Ana la llevó arrastras hasta verse en la avenida principal. Notó un auto en la lejanía que cambió de luces en cuanto las vio y arrancó mucho antes de que Ana pudiera meterla en el auto. Su corazón seguía latiendo, su alma seguía intacta, pero sus pensamientos estaban alterados. Necesitaba entender qué sucedía pero por más que insistía en ver en qué parte de aquella historia el giro había terminado de esa forma, no lo entendía.

Tomó el brazo de Ana en cuanto ella salió disparada de la zona. Pedía con la voz entrecortada que esperara, que debía aguardar por él, aunque Ana había sido enfática «No esperaremos por nadie, no podemos».

Lily escuchaba las frases y dolían en su cabeza ¿Qué pasaría con Tomas en ese caso? ¿tanto valía la pena como para que él arriesgara la vida de esa forma? Sabía que estaban armados y aunque no escuchó ningún disparo no podía dejar de creer que había sido una mala amiga que dejaba a los suyos abandonados. Ana tomó su mano con fuerza, la miró por el rabillo del ojo en cuanto estuvo en el primer semáforo. Lily tragó con fuerza ante aquel acto de condescendencia.

—Todo va a estar bien, ya estas aquí —musitó.

Ella quería creer, sí. Todo estaría bien, pero no sabía cómo afrontar los siguientes días. Solo podía estar segura de algo y era que debía saber qué era el don y quién era Diego.

Ana se detuvo justo en el edificio de Katherine, llevó a Lily en brazos quien prefería tener esa clase de contacto para creer que todo era cierto y no un mal sueño. Al entrar al ascensor se recostó de la pared. Respiró hondo y cerró los ojos con fuerzas. Se quería hacer tan pequeña como le fuera posible. Ana la observaba triste. No podía ser capaz de entender lo que pasaba por la cabeza de su amiga aunque lo deseaba.

—Lily —musitó.

Ella no respondió, tan solo negó con la cabeza.

—Solo quiero un momento —contestó.

—Entiendo —respondió Ana y se alejó.

Prefirió mirar a otro lado para darle el espacio que ella se merecía.

Al abrir las puertas, Ana fue la primera en salir del sitio. Decidió caminar con pasos decididos hasta la puerta aunque sabía que Lily aun no salía del ascensor. Sabía que darle el espacio que necesitaba era lo mejor, aunque no por mucho. Lily se levantó del suelo y empezó a andar cuando creyó que estaba lista.

Enfrentaría la ira de su madre en ese momento. No era el mejor, pero ¿Cómo le dices a Katherine Jiménez, qué hacer? No puedes.

Se acercó hasta Ana quien le sonrió con una mirada triste en su rostro. Le dio un pequeño golpe con su codo y le guiñó un ojo.

Lily le mostró una mueca por sonrisa. Al tocar la puerta notó que Amanda era quien abría y no pudo evitar lanzarse en sus brazos. Amanda se alejó para ver en los ojos de su sobrina el miedo que ella misma sintió cuando lo percibió.

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