Capítulo 29

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—No respondió mi mensaje anoche, supuse que ya estaba dormida —murmuró Ana

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—No respondió mi mensaje anoche, supuse que ya estaba dormida —murmuró Ana.

—Tampoco me respondió, pero no lo vio —aclaró Tomás.

—Le dije que irías por ella ¿estás ahí ya? —preguntó

Tomás asintió para luego soltar un sí obstinado. Había olvidado que hablaba con Ana por teléfono y que no lo vería asentir.

—Ahí viene —dijo.

—Cuéntame todo después.

—Te cuento algo que puedo ver ahora, hay algo detrás de ella —lanzó.

Ana no respondió, él no sabía si por miedo o si maquinaba lo peor en su imaginación. Solo tenía claro algo y es que nunca había visto una sombra seguir a alguien aun siendo parte de un circulo.

—Te diré después...

Espera, Tom...

Tomás sacó los seguro del auto cuando Lily tomaba la manilla. La vio entrar y cerrar, él selló justo en ese instante. La sombra había quedado fuera y lo veía sardónico, lleno de malicia. Arrancó de una vez sin pronunciar palabra alguna y solo cuando se vio lejos de la calle es respondió a la constante pregunta de Liliana sobre su estado.

—Perdón, es... No sé qué es. —exclamó inseguro porque lo estaba.

Sombras. Fantasmas. Hacían pactos sagrados con seres que te volverían loco, pero ellos no aparecían detrás de ti como si fueran un perrito.

—¿También tu?

La pregunta lo descolocó un poco. Aprovecho el tráfico para observarla mejor. La forma en cómo tomaba sus manos con nerviosismo. Ella notó la mirada de Tomás.

—No sé qué era, quizás sólo estaba dormida, pero lo sentí tan cerca que no podía... ¡Dios! Quizás sólo me estoy volviendo loca.

Tomás volvió la mirada cuando el tráfico se adelantó. Notaba los mismos nervios en la voz.

—Solo dilo. Solo... suéltalo

Lily lo miró.

—Crees en fantasmas —dijo.

No era una pregunta, era una afirmación. Tomás prefirió esperar a que ella continuará y en vista de que ella no encontraba siquiera un asentimiento de él, suspiró.

—Vi algo en mi habitación, era horrible. Me asusté tanto que salí del apartamento y busque a mi tía, pero seguro no había llegado del restaurante y no la encontré. No se quita. Esa sensación. —razonó—. Aún ahora, no sé cómo explicarlo. explicarlo.

Él estaba indeciso. Podía decir que sí conocía la sensación.

—Tomás...

—Alguna vez he creído ver algo, pero solo fue mi imaginación —respondió.

DustWhere stories live. Discover now