Capítulo 38

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Jenny no sabía cuánto miedo le causaba la realidad

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Jenny no sabía cuánto miedo le causaba la realidad. Le golpeaba como un barco en altamar; se daba ánimos con lo que ello comportaba, pero ver la puerta de su apartamento generaba más angustias de lo que imaginó. Ella quería volver atrás, sin embargo la persona que la dejó en su casa sana y salva ya no estaba. Se fue a su trabajo con un simple "llámame si necesitas algo". Quizás fuera atrevida y lo llamara. Solo no contó con que Erika abriría la puerta, la encontró sumida en sus pensamientos, excavando, atormentándose, llorando en su interior porque las lágrimas que le mostró a Ángel no fueron suficientes.

—¿Jenny, estás bien? —inquirió.

—Sí.

La voz salió de su garganta a duras penas. Erika lo notó, pero a pesar de ello su mirada echó hacia atrás.

—¿Estarás aquí todo el día? Me gustaría que Nat no estuviera sola durante las próximas horas.

—¿Sucedió algo?

—Recibí un mensaje de Diego. Buscaremos a Nina. Cree que ella ha estado provocando todo esto y lo mejor es, ya sabes, terminarlo.

Jenny tragó hondo. Trataba de tragar todos sus pensamientos y emociones. Asintió con la cabeza pues su voz aún podía quebrarse.

—Te avisaré cualquier cosa que suceda.

El apartamento estaba vacío, pero no en el sentido de que hubiera alguien, más bien en el sentido en que parecía abandonado hace tiempo. Se quedó pegada a la entrada de forma que no sabía hacia dónde ir o qué hacer. Solo podía recordar las palabras que había lanzado en medio del dolor y las sufría de nuevo. Se angustió una vez más y otra hasta que se hartó de sentirse miserable. Acostada en el mueble buscaba la forma de hacer menos intenso lo que había sucedido un día antes, pero no podía. Mucho menos cuando Nat la observaba desde la entrada del pasillo. Jenny lo notó. Se sentó con rapidez sin despegar la vista de la chica a la que se había confesado.

—Volviste —musitó Nat.

No recibió respuesta.

—Erika dijo que buscaría a Nina; creo que debo ir con ella —dijo Nat.

Jenny la miraba fijamente. Vivía la tensión y escuchaba atenta a Natalia, pero no decía nada que en ese momento le importara.

—Me pidió que te cuidara. Deberías dejar que ellos la busquen. No te ves bien —respondió Jenny.

—Y no me siento bien, pero creo que puedo ser más útil afuera. Erika no tiene su don, y Nina desterrada, no sabemos de lo que es capaz.

—Si no te sientes bien no serás útil tampoco. Por lo menos ellos podrán moverse mejor.

—No, yo...

—Quieres ir por Diego —afirmó Jenny.

leyó su mente. Algo que no había querido hacer, pero ahí estaba. Era una pancarta de publicidad que no podía pasar desapercibido.

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