Capítulo 32

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Lily cruzaba miradas con Tomás

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Lily cruzaba miradas con Tomás.

En el pequeño espacio de la sala del apartamento de Ana donde las luces se habían apagado y solo podían verse por el reflejo de las mamparas externas, ella trataba de entender por qué lo habían ocultado. No le era fácil, demás esta decir. ¿Quién puede entender que a ojos de tu familia y amigos eres un saco que deben proteger de seres malignos en el Siglo XXI? Pero con cada palabra que Ana lanzaba, con cada nueva frase y la información que le suministraba, comprendía algunas actitudes de su madre, de Ana e incluso de Tomás. Su amigo se había perdido entre las estrellas de esa madrugada. Ninguno tenía sueño, pero detrás de ellos Ana lo había conciliado de forma veloz.

—Por eso terminamos —musitó Lily en voz alta.

Tomás la observó por un segundo en que asimilaba el rostro de su amiga bajo la luz amarilla.

—No tenemos una relación de ese tipo —comentó él.

—¿En serio?

—¿Qué?

La duda en Lily no era visible en él. Tomás suspiró hondo y se acomodó bajo las cobijas. Empezaba a hacer más frío durante esas horas.

—Dime con el corazón que te sentiste atraída por mí —pidió él.

Ella se quedó muda. Atracción. Cuando Tomás le pidió salir se sintió halagada. Tomás era un chico lindo que cuidaba a la persona que estuviera a su lado y así se sintió durante el tiempo que estuvieron saliendo, pero más allá de ello entendía lo que él trataba de decir.

—Lo peor que pude haber hecho fue pedírtelo —dijo él.

—Para mí fue lo mejor, no lo veas como un error, por favor. —respondió ella dolida—. Me hace sentir como una carga algo que fue bueno mientras duró.

Tomás tragó en seco.

—No quise lastimarte...

—Lo sé, pero ¿Por qué lo hiciste? —preguntó ella.

Él se dio un momento para pensar en las palabras que iba a usar, sin embargo recordar cómo le pidió a Lily ser su novia le causó gracia. Solo podía decir que no pensó en otras maneras menos drásticas que aquella.

—Recuerdo que habías tenido un día pésimo. Ese día llegaste a mi llorando y diciendo que ibas a irte lejos de tu casa y que nadie más iba a saber de ti. Que hasta ese día vivías en esta ciudad —murmuró.

Lily lo escuchaba atenta, rememoraba esas palabras que exclamó al aire luego de discutir con su madre.

—Debo decir que en cualquier otra circunstancia no hubiera prestado atención, uno puede decir muchas cosas cuando esta dolido. Así que pensé en quedarme tan cerca como sea posible. Luego te vi con maletas y tus cosas y me alertó. Si te ibas no podría cuidarte, si dejabas de hablar con nosotros estarías bajo riesgo. Así que decidí ayudarte.

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