Capítulo 20

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La mirada de Erika fue directo al estado poco agraciado en el que Esteban había quedado

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La mirada de Erika fue directo al estado poco agraciado en el que Esteban había quedado. Tardaría días en bajar la inflamación y otros más para desaparecer cada hematoma. Era bien conocido que él era de la clase de sujeto que se mete en cuanta pelea hubiera, aunque no lo esperaba a esas alturas de su edad.

—¿Te vas a quedar ahí todo el día? —preguntó él desde el sofá.

Erika suspiró.

—¿Fue Diego? —inquirió en contraparte.

Él se quedó en silencio. La miró por unos segundos en los que la mirada de Erika gritaba que hablara de una buena vez. Asintió al final.

—Es bueno en lo que hace —Se mofó.

—Un poco más y no tendría una cara que curar —reclamó ella. Caminó hasta el con su equipo en mano. Se sentó a su lado para preparar todo—. Estaba molesto, lo supe en cuanto él se enteró.

—¿Le dijiste? —inquirió

—Se enteraría tarde o temprano —musitó.

—Erika, sabes que lo que hice fue por ti ¿Verdad? —Dijo en un susurro cerca de su oído.

El movimiento tan repentino como peligroso podría haberla alarmado, mas no lo hizo. Se quedó tan quieta y tan solo lo miró con decepción.

—Pudiste haber hecho más. Dejaste que los ancianos se enteraran.

—No tengo idea de cómo ese trio de vejestorios se enteraron —refunfuñó obstinado.

—Con respecto a eso he estado pensando... —Se quedó en silencio por tanto tiempo como para hacer que Esteban levantara su mentón.

—¿Qué pensaste?

—¿Es... es posible que los ancianos manejen más de un circulo? —inquirió.

Esteban abrió los ojos. La pregunta le cayó como una noticia sensacional al cual procedió a reírse. Erika se mostró frustrada ante la risa burlesca del hombre. Suspiró y contuvo la molestia hasta que él lo notó.

—Oye, piénsalo mejor. Es estúpido. Los ancianos llevan años aquí y han creado un circulo reconocido para que nosotros podamos existir. Claro, están los exiliados y de ellos muy poco sabemos. Habrá uno que otro que yo haya reconocido al instante, pero los ancianos no pueden mantener más de un circulo.

—¿Estás seguro de ello? —preguntó Erika—. ¿Quién te lo dijo, Pedro Sandoval?

—Pedro es uno de los más antiguos. Si él dice que solo existe uno, entonces solo existe uno.

—Entonces como puede haber una inhibidora entre nosotros y como es que nos damos cuenta hasta ahora, de hecho ¿Quién es la familia de esta chica? —inquirió acomplejada—. Hasta hace unos días no teníamos ni idea de su existencia, pero desde que apareció todo se puso mal.

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