Capítulo 39

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«Ven, ven

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«Ven, ven. Tómalo».

«Tómalo».

«Tómalo».

«Tómalo».

Lily despertó con el corazón galopando y la respiración entrecortada. Estaba sudorosa y su vista se iba hacia el vacío. Esa voz chirriante gritaba a su oído otra vez y se tornaba angustiante para ella. Observó toda la habitación en busca de esa imagen que la había hecho correr aquella noche. Para su buena suerte no había nadie. Solo estaban ella y Ana.

Días antes había sido enfática al decir que podía controlar lo que sea que estuviera dentro de ella, pero por cada segundo que pasaba las dudas se cernían en su mente. Se refregó los ojos lavó la cara. Necesitaba poder por lo que quedaba del día hasta que finalmente lograran hacer la expulsión. Solo debía aguantar ese día. Se sentía nerviosa. En pocas horas se montaría en una tarima para ser el cisne, pero por dentro llevaba un demonio que susurrabas palabras y le generaba malestar. Ya en la cocina, dejó la taza sobre el mesón y pegó la frente del mismo. Respiraba profundo con los ojos cerrados. Buscaba la forma de mantener su mente centrada sin poder lograrlo.

—Lily.

Alzó la vista tan rápido que se sintió mareada.

—¿Estás bien? —inquirió Ana preocupada.

—Sí, si, si. No es nada —dijo—. En realidad no me siento del todo bien, pero creo que es una combinación de nervios con miedo con ansiedad y quién sabe qué más.

—Hey, no, ¿qué pasa? Todo saldrá bien. La presentación, la expulsión; todo en el día de hoy será perfecto.

—¿Tu crees? ¿Estás segura? ¿Crees que mi tía...Le habrá dicho a mamá? —preguntó

Si lo hizo o no, no estaba segura. Después de hablar con ella el tema no se había vuelto a tocar.

—No lo sé, pero si lo hizo. Ya no importa. Lo importante es que vas a estar bien. —lanzó convencida.

—Me encanta que suenas tan convencida de lo contrario —Se mofó Lily.

—Ya sé. Pero ¿Qué más da? Qué pase lo que tenga que pasar —exclamó Ana.

En el rostro de Lily aparecía una sonrisa sincera. Respiró profundo y asintió con la cabeza. Se convencía así misma de que pasara lo que pasara ya nada importaba.

Ana se había encargado de maquillar y preparar a su amiga. Veía en los ojos de Lily el nerviosismo. Aún cuando le dedicaba sonrisas, sabía que por dentro seguía asustada y no era para menos. El día más esperado se duplicaba si tenía en cuenta la expulsión. Ella trataba de no mencionar la presencia del demonio, pero cuando sus ojos se fijaban en el espejo y veían la pequeña figura de su amiga, su reflejo se veía modificado. Ahí entendía que aquel ser estaba dispuesto a absorber a Lily en cualquier instante.

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