•|CAPÍTULO 5: MUÑECA.

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Marc. 


El jodido lago de los cisnes.

Yo debería estar aprendiendo estrategias, entrenando y acordando no hacer desastres como la temporada pasada.

Pero en su lugar, mi atención está puesta en como uno de los bailarines rodea de la cintura a la italiana que mantiene el rostro lleno de seriedad y concentración.

Mi madre se mantiene tranquila a mi lado mientras se acomoda su mascada. Observó cómo mueve los dedos de la mano derecha al compás de la música clásica.

Ella sigue amando el ballet y siempre lo amará.

La orquesta inunda todo el auditorio con la melodía dramática, mi cuerpo se mueve un poco hacia adelante al no poder procesar lo que mis ojos ven.

La italiana se mantiene en su postura firme y mi ceja se alza al ver la mano de su compañero en su cintura. Ella eleva el mentón mientras esté la hace girar en su propio eje varias veces, cuando termina lo hace con una delicadeza que se desliza sobre el escenario al compás de la puesta en escena.

Mi hermana le da una leve sonrisa antes de volver a su postura seria dentro del cuarteto donde la han ubicado.

Angelique es uno de los cisnes.

—Lacroix no ha dejado de verla.—me susurra mamá y desvió mi atención a la maestra.

La tensión en el enorme auditorio es más que palpable ya que han dejado que los padres y familiares de los estudiantes puedan venir a ver a sus hijos y en lo que se va la enorme cantidad de euros que la academia cobra.

La música se eleva con más dramatismo que logro divisar por tan solo una fracción de segundo una leve mueca en el rostro de la italiana, sus movimientos son suaves, elegantes y llenos de precisión. Es ella sola contra las notas, me atrevo a mirar a mis espaldas logrando ver a Magnus con una sonrisa en el rostro, a su esposa elevando el mentón orgullosa y a una hija menor que la admira como si fuera una heroína.

Lacroix se acerca al maestro y con una seña indica que cambie a las notas finales, su compañero la eleva con seguridad mientras los demás en el escenario están en sus papeles.

La música termina y los aplausos llenan el lugar.

—Cierra la boca, Dassaúlt.—logro oír a la persona a mi lado que se burla en una tos disimulada.—¿Esa es la chica con la que sales?

—No, William. —me apresuro acomodando mis gafas.—No salgo con la diva.

—¿No sales con la Old Money?

Suspiro al ver de reojo como Gigi me ofrece un pedazo de chocolate que agarró sin dudar.

—Que no. ¿Es tan difícil de procesar?

ANACRONÍA. | 𝗟𝗜𝗕𝗥𝗢 𝗜 & 𝗜𝗜 «𝗦𝗜𝗡 𝗘𝗗𝗜𝗧𝗔𝗥»Where stories live. Discover now