•|CAPÍTULO 29: LÁGRIMAS DE UN CISNE ROTO.

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Adelaine

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Adelaine.

No me han dejado pasar a verlo.

No he podido verlo en cuatro horas, a nadie le importó que montará un show o que dijera mi título real.

Cuando Alessio informó en qué hospital fue trasladado de inmediato Angie condujo hasta acá.

Sé que la carrera se suspendió y que mi hermano fue quien salió de su coche para ir a socorrer a Marcus. Mis suegros están adentro desde que llegaron y nadie se ha dignado a salir para decirme que él se encuentra bien.

Me pongo de pie limpiandome las lagrimas al ver como Angie cruza las dobles puertas, me encamino teniendo el valor de volver a gritarle a todo mundo si me niegan nuevamente la entrada.

—¿Está bien? ¿Ya despertó?—Mis preguntas las evade pues sus ojos me muestran lástima y pena.

—Lo están revisando—habla ella en lo que parecen minutos eternos.

—¿Pero puedo pasar a verlo?—Debe decirme que sí, porque carajo, lo necesito.

Necesito verlo, que me sonría con esa coquetería que lo caracteriza, decirle que estoy embarazada.

—Adela—el llanto de Angie causa que me ponga alerta.

—Angelique.

—El doctor dijo que se dió un fuerte golpe en la cabeza—gimotea del llanto mientras yo temo por lo que se viene—, Marc despierta y no.

—Angie—la llamé ignorando el temblor de mi barbilla.

—No recuerda nada—revela hundiendome por completo.

—¿Qué?—La pregunta sale por sí sola.—Necesito verlo.

No escucho cuando ella trata de impedir que lo haga, sé en qué habitación se encuentra y los pasos apresurados de mi amiga causan que yo aumente los míos.

—¡Adela!

—¡Necesito verlo, Angie!—Eleve la voz a pesar de que esta me fallo por el llanto contenido.

Esto debe de ser un mal entendido, no puede ser que él no recuerde absolutamente nada.

Al abrir la puerta lo primero que ví fueron sus ojos aguamarina y el vendaje de su frente, algunos golpes más y después al médico que evitó mirarme.

La señora Diane me hizo una leve seña con la mano, me encaminé a ella quedando a su lado sintiendo la mirada de Marcus en todo momento. ¿Por qué no me dejo ir a abrazarlo?

—Hijo—lo llama ella con suavidad—. ¿Recuerdas a Adelaine Bonnet?

Contengo la respiración ante su respuesta.

—Sí, es la mejor amiga de Angelique. ¿Pero qué hace ella aquí? Yo pedí ver a mi prometida, no a ella.

Diane me da un leve apretón y yo no puedo evitar dejar que el llanto salga.

ANACRONÍA. | 𝗟𝗜𝗕𝗥𝗢 𝗜 & 𝗜𝗜 «𝗦𝗜𝗡 𝗘𝗗𝗜𝗧𝗔𝗥»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora