•|CAPÍTULO 18: CONTRA RELOJ.

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Adelaine

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Adelaine. 

Dos horas antes...

Me cierro la chaqueta deportiva saliendo de las duchas de la academia tras el último ensayo formal. Tengo que mejorar varias de mis técnicas que no son tan visibles para el ojo humano no conocedor de este mundo, pero si para los especialistas.

Ahora tenemos los meses restantes para poder tener entre comillas, un descanso antes de la gran presentación, sin embargo, se han puesto pautas donde se acordó venir cada dos fines de semana al teatro.

Angie se ha marchado mucho antes con Rams y como era de esperarse, ahora Dassaúlt es como mi sombra.

—¿Te gustaría ir a comer al restaurante de enfrente?

Me lleve una de las manos al pecho asustada al oirlo.

—Joder, bestia—lo reprendo arrancando una media sonrisa donde sus hoyuelos son visibles—, no debes de asustarme asi.

Marcus se guarda los lentes de sol y me tomó de la mano saliendo conmigo. Esto es tan raro pero a la vez tan... ¿cálido? Ni siquiera lo sé, pero de cierta manera me comienza a gustar y eso, logra irritarme un poco.

—¿Vendrás este fin de semana al Premio?—Pregunta con sutilidad y yo tuve que elevar más el rostro para ver sus ojos claros.

Es muchísimo más alto que yo y de eso todos se dan cuenta.

—Claro—la respuesta salió mucho antes de que la pensara dos veces.—¿Cuánto mides?

—Un metro con ochenta y cinco.

Eso fue un golpe a mi pequeña estatura de un metro con sesenta.

Él pone media sonrisa sabiendo el porque hice la pregunta, pues se acerca un poco más.

—Tenemos buena estatura. ¿No lo crees?

—¿Por qué es buena para ti?—Quise saber mirando directamente sus ojos claros que de alguna manera tienen un brillo habitual.

—Cuando te abrace podrás sentir como mi corazón se acelera por ti—reveló susurrando en mi oído, dejándome perpleja.

El nerviosismo me recorre por completo ante su revelación, no me deja darle una respuesta pues me jala con suavidad bajando de la acera para cruzar la calle llena de peatones. Esta mañana como siempre, decidió traerme a la academia y quedarse a ver los ensayos. Más no me pasa desapercibida las caras que pone cuando Vanserra está cerca.

Marc me desvía a una de las tiendas dentro de la misma calle y el olor a perfume de rosas me llena las fosas nasales, la pulcritud reluce bajo el dorado y rojo del lugar.

—¿Qué hacemos aquí?

—Quiero mimarte un poco. ¿Qué tal si puedes ser un poco caprichosa y gastar mi dinero sin la necesidad de que el banco me haga una llamada?

ANACRONÍA. | 𝗟𝗜𝗕𝗥𝗢 𝗜 & 𝗜𝗜 «𝗦𝗜𝗡 𝗘𝗗𝗜𝗧𝗔𝗥»Where stories live. Discover now