•|CAPÍTULO 22: HEAVEN PARTE II.

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Adelaine

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Adelaine.

Los flashes hacen que cierre los ojos tan solo segundos pues todo lo que está pasando a mi alrededor. Lo único que puedo asegurar en estos momentos es que me siento segura tomando de la mano a Marcus.

Él me da un suave apretón que me reconforta por completo y es lo que me permite soltar todo el aire contenido en mis pulmones para poder seguir avanzando en el camino lleno de reporteros.

Las luces colgantes de la enorme propiedad la hacen ver aún más imponente de lo que ya es por sí sola. La decoración sobrepasa todo el lujo existente dejándome saber que a pesar de que esta familia se rige por protocolos los cuales el nieto mayor no sigue, pero en esta ocasión, han tirado la casa por la ventana al tratarse del cumpleaños de la reina.

Logró ver a Gianna hablando con varios de los reporteros y William a su lado con otro de una cadena diferente a la nacional. La prensa aclama el nombre del hombre que me sostiene con firmeza y sonríe mientras saluda.

—Acostumbrate muñeca, porque cuando estés en París, todos te amarán como lo están haciendo ahora.

Una mueca aparece en mi rostro que él logra captar.

—¿Dije algo malo?

—¿Crees que sea elegida por Anastasia?—Inquiero tratando de que no se de cuenta de mi voz temblorosa.

Sé que soy buena pues llevo desde niña practicando ballet, pero está el miedo de no ser lo suficientemente perfecta para llegar a París que es la cúspide del ballet clásico.

—Lo serás y yo iré a París a verte.

—Gracias por creer en mí, Marcus.

—Te he visto ensayar, eres lo suficientemente perfecta, muñeca.

Le sonrió abiertamente y me atrevo a dejarle un beso en la mejilla lo que atrae la atención de los periodistas ya que disparan un sin fin de flashes contra nosotros.

Se agacha para tomar un poco el borde de mi vestido azul como señal en que podré subir sin problemas los escalones que dan entrada al enorme lugar.

—¿Sabes bailar?

—No me gusta bailar—responde mientras nos despejan el camino.

—¿Entonces no vas a bailar conmigo?—Lance la pregunta centrándose sólo en él.

Dassaúlt deja salir una risita y se incorpora cuando terminamos de subir, él no me responde pues hace que su sonrisa sea más ancha al darse cuenta de mi rostro lleno de asombro por lo que estoy viendo.

Las puertas han sido abiertas y la música llega llena de elegancia ya que es clásica mezclada con ópera. Ante mis ojos la opulencia del exterior no se compara con lo que tengo frente a mi, el dorado predomina en el interior y los enormes candelabros son los que mantienen iluminado el lugar.

ANACRONÍA. | 𝗟𝗜𝗕𝗥𝗢 𝗜 & 𝗜𝗜 «𝗦𝗜𝗡 𝗘𝗗𝗜𝗧𝗔𝗥»Unde poveștirile trăiesc. Descoperă acum