Capitulo 20: El Guardaespaldas

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En el coche el chico conducía acelerando y frenando, metiendo una marcha larga y otra corta. El pelo de la chica se revolvía furioso por el aire de la ventanilla bajada. Llevaba puesta la radio a todo volumen y cantaban al unisonó mientras que reían. De pronto le sonó el móvil y tuvo que bajar la música.

-Si... ¿Qué pasa?...cuando lo tenga te aviso…Vale…No…conmigo…claro…mándamelo al correo…adiós.

-¿Quién era? –le pregunto por curiosidad ella

-Galván, quería saber si íbamos al final hoy al banco. Y que cuando tengamos el dinero le avise. –contesto mirando a la carretera. La chica asintió –Por cierto estaba con preguntarte –le chica le miro con la ceja levantada -¿De qué te reías en la ducha?

La chica se rio con más fuerza. –De nada –le mintió. El chico resoplo.

-Me estas mintiendo –Con su mano derecha fue subiendo por su muslo y la dejo en su ingle –Parece que te gusta mentirme –dijo con una sonrisa.

-No –y le quito la mano para ponérsela en donde las marchas –Me estaba acordando de que llevas razón, hoy no sé qué me pasa, que me he levantado demasiado…

-¿Caliente? –le pregunto. Ella abrió mucho la boca y le dio un manotazo en su pierna – ¡Ay! Esa te la voy a hacer pagar, celosa –le dijo mirándola un poco serio.

Entre tanto llegaron al aparcamiento. Quino dejo el coche donde siempre, se bajo y fue a abrirle la puerta a ella.

-Um. Mi guardaespaldas personal –dijo cerrando la puerta. El apoyo las manos en el coche de forma que no tenía escapatoria. Se acerco más a ella.

-Disfrutas con esto ¿verdad? –le dijo rozándole los labios. Ella rio. De pronto el empezó a besarla con impaciencia mientras que metía su mano en la camiseta de la chica, ella se la paro –Tengo que hacerte pagar el manotazo, elige…parte de arriba o parte de abajo –la chica le miro con ojos como platos

-¿Aquí? –le pregunto. Miro a los lados para ver si había algún curioso y también para librarse. Le daba vergüenza. –Luego me lo haces pagar en casa –le dijo como última esperanza.

-Vale. Pero no te vas a librar rubita. –y volvió a darle otro beso. Ella le correspondió mientras que le ponía una mano en la cintura. Se quedo un poco descolocada, porque sin querer le toco la pistola que llevaba. El noto su tensión y se separo –Sabes que siempre la llevo, no te sorprendas. –La chica tenia la mandíbula apretada –Relájate es por si las moscas, nunca se sabe con quién nos podemos encontrar –eso sonó en tono de amenaza y por un instante se acordó de Leonardo. –Anda vamos. Que ya se te ha cortado el rollo –dijo tirando de ella.

Entraron en el banco y como siempre nadie sospecho nada. Le dieron el dinero a Helena mientras que el se mantenía a cierta distancia de seguridad, la verdad era que hacia su trabajo a la perfección. En menos de una hora estaban saliendo dirección al coche.

-Helena –le dijo antes de montar, la chica iba seria pero en el fondo tenía miedo. Y no sabía por qué. -¿No seguirás pensando en esto? –dijo sacando su pistola. A la chica le dio un vuelco el corazón, su respiración se le cortaba por momentos y sin querer empezó a temblar –Oye tranquila, no la voy a utilizar a no ser que sea necesario –le dijo para tranquilizarla. Le toco la mejilla mientras que ponía la otra mano en uno de sus costados y sin avisarle empezó a hacerle cosquillas. Ella reía descontroladamente en sus manos “Por fin…estaba tan pálida que pensaba que se iba a desmayar” pensó mientras seguía torturándola.

-Para…para…ya…ya –le decía como podía.

-Está bien pararé si me das un beso –ella se acerco a él y le dio un beso…en la mejilla, el chico volvió al ataque –Ahí no. Ya sabes dónde –le advirtió antes de dejarle respirar un poco. Ella volvió a acercarse y esta vez se lo dio en la boca. El chico le correspondió atrayéndola hasta su cuerpo y levantándola del suelo, ella ahogo un grito de sorpresa mientras que se besaban –Y ahora monta que nos vamos. –le dijo abriéndole la puerta y dándole un cachete en el culo cuando se sentaba.

Un disparo a mi corazón. EDITANDODonde viven las historias. Descúbrelo ahora